Después
Después de los años de gobernabilidad y de sosiego político que vivió Venezuela, solo alterado por las ruidosas campañas electorales. En un tiempo en que el bipartidismo gozó de buena salud, el germen de la corrupción y de la dejadez ante las aspiraciones y exigencias de la población causó una creciente ola de insatisfacción. De la mano de esa tragedia surgió una figura caudillesca que “encandilo” a la población con su discurso redentor y marcó largos 18 años de involución nacional.
Nuestro mundo se derrumbó y naufragamos en un mar de contradicciones, populismo y demagogia. Con una nueva Constitución se instauro un “modelo” político-económico que implosionó cuando el derroche de los inmensos ingresos por la exportación de petróleo aunado a la caída de los precios del combustible hizo insostenible el tinglado construido con falsas promesas, sectarismo y una buena dosis de clientelismo electoral. En ese instante el país despertó del letargo y empezó seriamente a cuestionar su ritmo y calidad de vida. A pensar en su futuro.
Hago este conciso balance de la Venezuela de los últimos 58 años, un día después de la realización de la Consulta Popular pautada para este 16 de julio. Mi propósito es recordar de dónde venimos, de los triunfos y fracasos de nuestra conducta política, para saber hacia dónde vamos. No para regodearnos en nuestras miserias sino para tener una referencia y dar claridad a los objetivos que perseguimos. El nuevo camino que transitamos desde luego no será igual al pasado, y sería una desgracia si lo fuera, pero esperamos sea de mayor prosperidad y desarrollo.
Hoy más que nunca estamos convencidos de la necesidad imperiosa de un cambio político que nos permita rescatar la Carta Magna, trascender el rentismo petrolero y abrir vías a la productividad, al mercado internacional y el bienestar de la población. Al momento de escribir esta columna ignoro los resultados de la Consulta Popular; pero lo que sí sé es que enfrentamos una decisión esencial para catapultar el país hacia esa idea de futuro que estamos construyendo. De la Consulta Popular dependerá los nuevos cursos de acción, pero mantendremos en alto la dignidad y el respeto que nos hemos ganado con nuestras luchas. Nada no es regalado.
En esta hora histórica, hago un llamado a la conciencia ciudadana para que nos preparemos para los eventos que vendrán, porque Venezuela nos necesita a todos, unidos, sin distingo de parcialidad política. La fase posterior de lucha requerirá de un mayor compromiso y responsabilidad. Confiamos en que Dios iluminará a este pueblo generoso para que tome las decisiones correctas que haya que tomar.