jueves, noviembre 21, 2024
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La universidad paralela o el sitio inverso

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“Eso está bastante grave, hace días me encontré a una profesora y me dijo que eso estaba demasiado podrido, que ya no quería seguir impartiendo clases allí, porque la institución se fermenta en la corrupción”. Y así se está yendo el staff de profesores que ya no aguantan el maltrato de la líder del grupo de corrupción. Pues no es una corrupción silenciosa, es una corrupción escandalosa y con permiso del superior que es el director de la banda.  

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Sí, es un secreto a voces, el superior tiene operadoras que le hacen el trabajo sucio. No hay denuncia que valga, porque quien debe procesarlas se hace el “buenón”, finge y simula ignorancia sobre el asunto y justifica a sus cómplices. Y esas personas siguen haciendo lo que les viene en gana, con la protección del jefe. Hay múltiples negociados. Alteran o inventan las notas o calificaciones de los que pagan para beneficiarlos y de los que no pagan para obligarlos a pagar o desfavorecerlos. Hay trochas inconfesables para los que quieren ingresar a la institución evadiendo los filtros y  las hay también para los que quieren permanecer habiendo incurrido en faltas. En consecuencia se venden los títulos y los certificados. En contra de toda ética, los jefes que dirigen se inscriben y estudian en esta universidad paralela y aparecen con excelentes calificaciones aprobatorias y nunca asisten a clases. Como quien dice, se pagan y se dan el vuelto. Los perros cuidando chorizos. Se inscriben y se gradúan sin asistir a clases y sin haber presentado nunca una sola evaluación;  todos los que paguen y los familiares, amigos y barraganas de los jefes. Otros nunca han pisado la universidad y solo asisten al acto de grado a recibir el título o diploma según sea de lo que se trate.

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Con una perversión interna, hay una universidad paralela, la que lleva las cuentas en otra partida.  La partida de los corruptos que saquean la institución. Poco de lo que es donado llega, lo  demás está en los apartamentos y en las casas de un grupúsculo que dirige. Y otras tantas cosas las venden en el mercado central.

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Es como si un consejo comunal recibiera por ciclos, donaciones de cajas de comida y no todas las cajas llegan al barrio, porque en el camino quien las trae las desvía y  las disminuyen en cuantía y les sacan alimentos -menos cajas y menos alimentos dentro de cada caja, menos leche y menos aceite-. Y a veces las cajas que reciben en donación, se las venden a los beneficiarios, pero claro con menos productos de los que originalmente tenía la caja.

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Es como si en un economato el personal tuviera la libertad de extraer todo el alimento cárnico y de toda índole, porque los jefes en sus camionetas también se los llevan a  sus casas y entonces a los internos les reducen las porciones de alimentos y se hace común darles solo agua caliente con poca sal o menguarles la carne y atiborrarlos de carbohidratos mal elaborados, porque hasta las especias se las roban. Pero la carne y el pollo se quedan en otros destinos. Y se hacen los ofendidos si les reclamas y se hacen los serios e íntegros si los descubres. Y tienen tan enorme desfachatez que ya todos lo saben, es vox populi, todos se enteran y lo hacen a la luz pública para que se crea que nada esconden.

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Actúan con arbitrariedad y capricho, de manera indecorosa y con absoluta falta de probidad. Y la gente se queja y es burlada en su cara, con un caradurismo insólito. Nadie es escuchado, porque se quejan ante el jefe y mal puede el cabecilla querer destruir su propia estructura de corrupción.

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Es todo un teatro de operaciones en corrupción. Todo un histrión es el cabecilla.  Se desprecia al correcto y se exalta al corrupto y a los cómplices. Y han sofisticado la manera y la forma cómo quedarse con los recursos que recibe la institución en donación, aunque dejan entrar algunas cosillas para disimular.

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Se procuran salarios que no les corresponden y muchas prebendas en su mundo furtivo.

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Y por eso se hunden las instituciones en la miseria, porque los miserables las saquean con una “cara de arrechos” y con un disfraz de correctos.

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¿Será que al hacer una auditoría y al verificar por ejemplo firmas de todo tipo de documento, nos encontraremos con forjamientos?

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Hablando de clavos, siempre se golpea al que es recto, a los torcidos generalmente se les deja tranquilos. Y quien se excusa sin habérselo pedido, declara que es culpable. Si no es contigo, que te resbale.

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Por supuesto todo esto es una fábula, que nada tiene que ver con alguna realidad. ¿Verdad?

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