El director italiano Luca Guadagnino cumplió este martes en el Festival de Venecia una promesa de adolescencia: adaptar al cine Queer, las memorias “escandalosas” del escritor beat William S. Burroughs en los tugurios homosexuales del México de los Cincuenta, ahora protagonizadas por un insólito Daniel Craig.
“Leí el libro con 17 años. Yo era un chico de Palermo solitario y megalómano que soñaba con construir mundos en el cine (…) Creo que realmente me transformó para siempre. Para ser leal a ese muchacho tenía que llevarlo a la pantalla”, confesó el cineasta en la rueda de prensa de la Mostra, donde compite por el León de Oro.
Queer es el título de aquel libro semiautobiográfico de uno de los escritores más reverenciados de la Generación Beat, William S. Burroughs, adicto a la heroína, casado, pero homosexual y perseguido siempre por el escándalo y el delito, como cuando mató de un tiro a su esposa una noche drogado queriendo emular a Guillermo Tell.
Sus páginas evocan, en parte, sus vivencias en el México que lo recibió, sus relaciones en los bajos fondos, con el sexo, los hombres, el alcohol y los estupefacientes.
Por ello, en la película de Guadagnino, Daniel Craig se separa de su imagen de James Bond para dar vida al alter ego del autor, Lee, un hombre maduro sometido al peso de las adicciones y fulminado por la belleza del joven Allerton, interpretado por Drew Starkey.
Lee descubre en él por primera vez en su vida la posibilidad de tener una conexión íntima con alguien, aunque para lograrlo deberá superar la apatía de su idolatrado amor, llevándole si es necesario a lugares insospechados del mundo y el alma.
El realizador explicó que lo que más le interesó de aquel libro titulado en italiano Diverso (Distinto) fue “la completa ausencia de juicio” por sus personajes y “el romanticismo que esconde la idea de aventura”. Y así lo plasmó en la gran pantalla.
“Quería plantear a la audiencia quiénes somos cuando estamos solos o qué buscamos. No importa si eres un adicto a la heroína o si amas a un hombre o una mujer. Lo importante es saber quién eres cuando estás a solas”, sostuvo.
Precisamente esa es la trama principal de la película, la de dos hombres que aparentemente se aman y que intentan, con grandes dificultades, congeniar, en un periplo incansable y existencial desde la barra del bar a la mismísima selva centroamericana en busca del maná de la “ayahuasca”.
Diferencias con respecto al libro
El cineasta se permitió ciertas licencias, como un tercer acto que no figura en el texto original de Burroughs y que surgió debatiendo el proyecto con su guionista, Justin Kuritzkes, durante el rodaje de su última cinta, Challengers (2024).
Pero tampoco titubeó al incluir varias escenas de sexo explícito. No obstante Craig, un símbolo cinematográfico de masculinidad, vivió esta experiencia, la de grabar desnudo escenas de sexo con su compañero de reparto, como algo “agradable”.
“No hay nada íntimo en grabar sexo en un estudio cinematográfico, en una habitación repleta de gente mirando, pero quisimos que fuera palpable, real y lo más natural posible”, sostuvo el actor, que apareció con el pelo largo.
La idea de trabajar con el director de la aclamada Call me by your name (2017) le rondaba desde hacía “mucho tiempo” y, por eso, aceptó inmediatamente su respuesta. “Este es el tipo de película que quiero ver y hacer por su naturaleza desafiante”, prometió.
El estadounidense Starkey, que trabajó en series como Outer Banks (2020), confesó por su parte que participar en Queer fue “una experiencia muy singular como actor” y que estaba “abierto a probar nuevas cosas” y papeles.
“Ha sido un rol que nunca antes había hecho”, aseveró.
Rodaje de la película
El rodaje se llevó a cabo en los estudios romanos de Cinecittà, construyendo una Ciudad de México artificial repleta de sucias cantinas y perros callejeros (por entonces la capital vivía una época de esplendor intelectual, con artistas como Frida Kahlo. Luis Buñuel, por ejemplo, estrenó en 1950, Los olvidados).
En cualquier caso el resultado, además de una adaptación del clásico prohibido, es un homenaje enternecedor, casi compasivo, del mito que inspiró mentes como la de Allen Ginsberg o Jack Queruac, y con el que ahora Guadagnino podría conquistar Venecia.
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