Imagen del tapiz de José Gregorio está basada en un retrato de 1917

El beato se tomó la fotografía en Nueva York, Estados Unidos, y le envió tres copias a las personas más importantes de su vida

El tapiz de José Gregorio Hernández que se exhibirá en su canonización este domingo 19 de octubre en la fachada de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, junto a la monja caraqueña Carmen Rendiles, y otros cinco beatos, está basado en una fotografía de 1917 que se tomó en Nueva York, Estados Unidos.

La icónica fotografía se convirtió en una estampa por la cual el beato, nacido en Isnotú, Trujillo, es conocido en el imaginario popular. El llamado médico de los pobres decidió tomarse el retrato de pie, pues decía: “Yo no salgo bien sentado, será porque siempre estoy caminando”.

Un dato sobre el tapiz que apreciarán todos los peregrinos en la Plaza de San Pedro es que la sonrisa del beato fue ligeramente retocada a petición de Gerardino Barracchini, rector de la iglesia La Candelaria, en Caracas, con la intención de “hacerlo sentir más próximo a la gente”, según publicó el Santuario Nuestra Señora De La Candelaria, en Caracas, en su cuenta de Instagram.

De esta imagen, el doctor Hernández envió por correo tres copias a las personas más importantes de su vida: Santos Anibal Dominci, quien fue su amigo y compañero de estudios y profesión; Carmelina López de Ceballos, su amiga; y Cesar Hernández Cisneros, su hermano.

La primera copia enviada el 2 de octubre de 1917 para su confidente Dominici vino acompañada de una carta escrita por él, en la cual expresaba su nostalgia por el paso del tiempo.

“Ya verás cómo la vejez camina a pasos rápidos hacia mí, pero me consuelo pensando que más allá está la muerte tan deseada. Toda esta filosofía, o, mejor dicho, toda esta melancolía, me la ha dado la vida de estudiante que llevo, agravada por la vista de la fotografía que te mando”, manifestó quien se convertirá en el primer laico santo del país.

La segunda copia fue el 6 de octubre de 1917 a su amiga Carmelina López de Ceballos. Allí, con un tono galante y con humor, José Gregorio le confesó a Carmelina que “sacarlo a luz fue un verdadero triunfo fotográfico, pues por dos veces se rompió la lente con el paso de tan deforme imagen”.

La tercera y última copia fue dirigida ese mismo día a su hermano Cesar Hernández Cisneros, a quien, asumiendo un rol paternal, le indicó que “me retratarme y mandárselos, porque me parece que así no estoy tan separado de ustedes, cosa que me es tan dura y difícil de sobrellevar”.

 

 

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