Creemos
El conflicto de más de medio siglo entre las FARC y Colombia, debe ser considerado como una valiosa oportunidad para la paz en ese tan querido país hermano. Obviamente, como todo pacto, acuerdo, armisticio y cese de hostilidades, no es perfecto. Tiene un montón de aristas, puntos débiles y algunas incertidumbres, pero a todo evento, llegar a un acuerdo que termine con la violencia, los asesinatos masivos, abusos y violaciones de los derechos humanos de parte y parte, es siempre mejor que seguir la lucha armada.
De hecho no existe en el mundo nada peor que la guerra civil. Es preferible tres o cuatro guerras convencionales con otros países y no la confrontación entre hermanos. Los ejemplos de terribles guerras civiles son imposibles de olvidar, dada la intensidad y la crueldad que el odio desató por cuestiones étnicas, religiosas, ideológicas y políticas. Un poco más atrás, se recuerda el genocidio entre hutus y tutsis en África, la terrible guerra en los Balcanes, la cual obligó a la ONU a través de la Otan, llevar a cabo feroces ataques aéreos contra Serbia; la guerra civil en el Líbano que costó mas de 250 mil muertos y un largo etcétera.
Este acuerdo de paz entre las FARC y el ejército colombiano, puede resultar beneficioso para la nación, siempre que medie entre las partes la buena voluntad y la seriedad en los compromisos asumidos. Las aristas son muchas y las dificultades para la implementación de los acuerdos, aún más. La cuestión de la asimilación de los que abandonan las armas para integrarse en el seno de la sociedad, es algo importante. ¿Se les aceptará de igual a igual en el seno de una sociedad, cuyas familias fueron víctimas de las atrocidades de la guerrilla; el secuestro de niños para ser entrenados como guerrilleros, las mutilaciones, asesinatos a granel y sobre todo, los daños psicológicos que son difíciles de sanar? ¿Qué garantías habrá para que el señor Timochenko y sus subalternos cumplan con los acuerdos? ¿Y cómo queda el perdón a los familiares de las víctimas y las reparaciones por el daño físico, psicológico y moral sufrido?
La pregunta más importante es la siguiente: ¿Cómo va a quedar la impunidad ante los crímenes de guerra? Estas cuestiones tienen que ser dirimidas por los colombianos a corto, mediano y largo plazo.
Tienen la ventaja de aprender de las experiencias de otros pueblos y naciones que pasaron por lo mismo y ahora son prósperos y viven en paz. ¿Qué mejor ejemplo que las actuales relaciones entre EEUU y su archienemigo, Japón, en la Segunda Guerra Mundial? ¿O entre la misma Norteamérica y Vietnam, luego de tan cruentiísima guerra? Creemos que hay que darle una oportunidad a la paz y el beneficio de la duda. El tiempo dirá cómo irán desenvolviéndose los acontecimientos!