La victoria de Trump revela las profundas fallas de dos EEUU

Foto: EFE

El magnate destroza las previsiones movilizando un número récord de blancos a las urnas. Los demócratas salen con su peor resultado electoral desde 1988, y preguntándose cómo un hombre sin experiencia en cargo político consiguió imponerse sin seguir las reglas tradicionales del manual de márketing político

Raciales, urbanas o de edad: la victoria presidencial de Donald Trump en Estados Unidos revela las múltiples placas tectónicas de un país profundamente dividido y que acaba rechazando la política tradicional y décadas de neoliberalismo económico.

Cada una de las mitades del electorado (59 millones que votaron por Clinton y 59 millones que lo hicieron por Trump) están definidas por líneas muy claras que dibujan un país con dos realidades y dos visiones contrapuestas.

Trump destrozó las previsiones movilizando un número récord de blancos a las urnas, desactivó el cortafuegos hispano de los demócratas al conquistar casi un tercio del voto latino para hacerse con Florida e ilusionó como nunca a Pensilvania, Ohio y Wisconsin para romper el «muro azul» del Medio Oeste que hacía confiar al equipo de Clinton en la victoria.

Los demócratas salen con su peor resultado electoral desde 1988, cabizbajos y preguntándose cómo un hombre sin experiencia en cargo político alguno -y con una campaña que al comienzo era un caos- consiguió imponerse sin seguir las reglas tradicionales del manual de márketing político.

Trump superó los 270 votos electorales necesarios para ganar los comicios en la madrugada del martes y acumula, por el momento, 289 de los 538 compromisarios del Colegio Electoral a la espera de que se oficialice el recuento en los estados de Michigan y Nuevo Hampshire, ya irrelevantes.

Clinton (con 228 votos electorales) sólo puede presumir de haber vencido en Nevada y Colorado, porque casi pierde Virginia y no cumplió las expectativas que la ponían por delante en Carolina del Norte, Pensilvania o Michigan.

En casi lo único en que acertaron los analistas políticos, los medios de comunicación, los demógrafos y las encuestas fue que el voto más fiel de Trump sería -como fue al final en la práctica- el del hombre blanco de media o baja formación y de zonas rurales y clase trabajadora.

Los observadores -y, una vez más, los sondeos- se equivocaron al predecir un giro hacia los demócratas de los blancos de raza blanca con formación superior y de mujeres blancas, que fue menor al esperado.

Subestimaron el hecho de que muchos de los que votaron en 2008 por el presidente Barack Obama en los suburbios de Scranton (Pensilvania) o Youngstown (Ohio) ya no conectan con el mensaje de la esperanza de los demócratas y dieron su apoyo a Trump.

Tampoco acertaron al asegurar que el voto rural no podría compensar el peso de los centros urbanos, que se inclinaron por la opción más moderada que representaba Clinton frente al populismo del magnate neoyorquino.

En su discurso de victoria ya de madrugada, el multimillonario habló de unir al país; Obama se expresó en líneas similares en su conversación ayer con el presidente electo, y Clinton reconoció que «el país está más dividido de lo que pensábamos». Queda por ver cómo se pueden conciliar dos visiones del país totalmente diferentes durante una presidencia de Donald Trump.

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