Hambre con salsa

Como bien decía Blanco Fombona refiriéndose al Cabito (Cipriano Castro, presidente de Venezuela, siglo XIX): “En Venezuela no se gobierna…pero de que se baila se baila”

La vida del presidente Maduro es una tragicomedia. En forma inducida ha destrozado lo poco que le legó Chávez. Pero en él se evidencia una carencia de creatividad e inteligencia, consecuencia de una falta total de conocimientos básicos, incluyendo el idioma y su gramática; su léxico elemental emerge en poses seudo histriónicas -que recuerdan las fotografías de otro frustrado actor de la Alemania del siglo XX. El Führer- y que en el fondo generan un sentimiento de lástima, su capitis diminutio es evidente y se corrobora con sus actuaciones presentes.

Veamos una Venezuela sumergida en todo tipo de carencias, en la cual el hambre azota a la mayoría de la población, hecho del cual podemos dar fe quienes estamos en contacto con los más necesitados. Hambre, sí, hambre. Desnutrición infantil y de adultos, pérdida de peso y masa muscular. Mientras esta dantesca realidad nos azota y el delito e impunidad campean, Maduro baila salsa, tiene su programa en el cual lo grotesco reina por la perturbación e ira que genera su conducta de bufón que además dilapida del patrimonio público.

Mientras la gente no come, el Presidente baila y baila; si no hay medicinas, Maduro baila, ante los atracos, asesinatos, corrupción, impunidad….Maduro baila. Entendemos que esa era su aspiración máxima.

Al efecto recordamos al expresidente de Ecuador, Abdalá Bucaram, quien gobernó a ese país del 10 de agosto de 1996 al 6 de febrero de 1997, y partícipe de esas mismas discapacidades, desbocamiento y frustraciones artísticas, aun siendo intelectualmente mil veces más apto que Maduro, fue destituido por el Congreso nacional por "incapacidad mental para gobernar", pero además y hasta el presente, las acusaciones sobre peculado y actos lesivos al Ecuador le siguen vigentes pese a vivir un exilio dorado en Panamá. Y como se dice “entre abogados”, mutatis mutandi, es exactamente la misma situación del Presidente venezolano, que aflora como un hecho notorio y que como tal no necesita pruebas. Que la Asamblea Nacional asuma el reto.

Mientras tanto, como bien decía Blanco Fombona refiriéndose al Cabito (Cipriano Castro, presidente de Venezuela, siglo XIX): “En Venezuela no se gobierna…pero de que se baila se baila”.

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