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Seis horas amarrados y debajo de un colchón son los últimos recuerdos de una pareja de ancianos en su casa de Monte Bello, parroquia Coquivacoa, al norte de Maracaibo. Un grupo comando los sorprendió, hace una semana, en su residencia, violentaron su sistema de seguridad, se les llevaron los enseres, electrodomésticos, comida y ropa, antes del amanecer huyeron. El modus operandi de los robaquintas coincide con los últimos 17 asaltos reportados desde agosto en la urbanización. "Estamos en un estado de terror", se lamentó una vecina.
La pareja comentó a sus vecinos que los delincuentes solo le dejaron la nevera. No pudieron sacarla de la vivienda y la abandonaron en el patio. Desconocen los rostros de los asaltantes, los tapaban con capuchas; pero identificaron cinco voces diferentes, entre ellas, la de una mujer.
La familia residía en la zona desde hace 20 años. Al incrementarse los robos en las casas vecinas redoblaron su seguridad. Los asaltantes le comentaron al anciano: "Pure quedate quieto o te voy a quemar. Planificamos esta vaina 15 días pa' que la vais a dañar".
Las víctimas no se movieron de la habitación donde los encerraron. Esperaron horas después de que el sonido del trasteo y las voces de los maleantes se disiparon. Al salir encontraron la casa vacía. Llamaron a los cuerpos de seguridad, pero debieron esperar seis horas hasta que les enviaron una patrulla. Los oficiales no recuperaron ninguno de sus bienes ni encontraron a los sospechosos. La pareja se mudó, contó una vecina a La Verdad.
Crimen organizado
La urbanización la conforman unas 200 casas, distribuidas en unas 20 manzanas. Los residentes cambiaron desde hace una década su estilo de vida. Construyeron muros, contrataron vigilantes y desde las 6.00 de la tarde no salen de sus viviendas. Los maleantes evolucionaron, se organizaron, se armaron, adquirieron camiones y motocicletas. Ahora los atacan a domicilio y desde agosto vacían las casas.
En sus declaraciones, las víctimas explicaron que los asaltos ocurren entre la 1.00 de la madrugada y las 6.00 de la mañana. Los maleantes hasta ahora no han matado ni herido a ningún vecino, pero amenazan con hacerlo si estos no colaboran. Llegan en motos y con un camión. Se distribuyen por toda la casa y con sus herramientas desmantelan aires acondicionados, cocinas, lavadoras, clósets, todo cuanto se puedan llevar.
"En ocasiones no les da tiempo llevarse todo. Dejan pasar unos días y regresan por lo que faltó", detalló una residente, quien se organiza con su familia para protegerse en la noche.
Para la comunidad todos son sospechosos, los vigilantes, los motorizados, las empleadas domésticas, los transeúntes. No conocen los rostros de los ladrones, pero estiman que sean al menos 20 y que se escondan o tengan sus cómplices en las barriadas La Lucha, Teotiste de Gallegos y Rómulo Gallegos.
En seis meses de constantes denuncias, solo en una oportunidad acudió la Policía a la urbanización. "Detuvieron a cuatro sospechosos y recuperaron unos electrodomésticos. Desde entonces no se ha visto una patrulla en el sector".
20 veces dispararon contra un establecimiento en la urbanización. Sus dueños no pudieron pagar la vacuna y atentaron contra ellos.
19 bandas se disputan el control de la parroquia Coquivacoa. El Tren del Norte aún domina las barriadas. Su radio de acción se extiende desde la urbanización Monte Bello hasta Milagro Norte.
18 residencias ha desvalijado la banda en solo cuatro meses. Los vecinos estiman que tardan entre dos y tres semanas en seleccionar otra víctima.
2 vigilantes han sido agredidos en las últimas semanas. Los delincuentes los golpearon, amordazaron y ataron para ingresar a las casas que custodiaban.
Desprotegidos
"Los vecinos han dejado de relacionarse por miedo", explica Raima Rujano, profesora de la Universidad del Zulia, quien actualmente desarrolla una investigación sobre la afectación en el comportamiento de los vecinos de Santa Rosa de Agua y Monte Bello por el incremento de la inseguridad en sus sectores.
Sus resultados preliminares arrojan que las comunidades están desprotegidas. En el recorrido por la urbanización notaron la falta de alumbrado, el abandono de los espacios públicos y el temor de los vecinos a relacionarse con aquello que no conocen. "La gente ha dejado de ir a la plaza y hasta a la iglesia por los atracos".
La docente exhorta a una revisión en los planes de seguridad. Reconoce los aciertos en el modelo de A Toda Vida Venezuela, pero considera que falta la evaluación del programa y su alcance en las comunidades.
Víctimas de la inseguridad
Leida Josefina Pérez Morillo (46). La asesinaron de un balazo en la nuca cuando festejaba un cumpleaños en su casa. Unos 30 niños presenciaron el asesinato. La Policía ultimó a uno de los delincuentes, pero nunca desmantelaron la banda.
Harold Enrique Salas Insignares (24). Al vigilante lo mataron, el 11 de abril de 2014, de dos tiros por la espalda cuando se defendía de unos asaltantes en su puesto de trabajo. Nunca encontraron a sus homicidas.