"Voy en defensa y rescate del Zulia"

Foto: Alejandro Paredes

"Este es uno de los días más ansiados por alguien que estuvo tantos años fuera de mi tierra", expresó el líder político Manuel Rosales durante su viaje desde Caracas a Maracaibo

Siete años, ocho meses y 28 días transcurrieron para que Manuel Rosales Guerrero, el dos veces gobernador del Zulia pudiera regresar nuevamente a su tierra. Una amenaza pública y política del entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, lo empujó a la clandestinidad, al exilio y al final: a la cárcel.

"Este es uno de los días más ansiados por alguien que estuvo tantos años fuera de mi tierra".

A las 9.27 de la mañana llegó con su esposa, su hija, su suegra y uno de sus seis nietos al aeropuerto de Maiquetia en Caracas. Saludó, lo abrazaron quienes incrédulos se le acercaron a verificar si era Rosales y se encargó inmediatamente de dirigir el acto de masas preparado para su llegada.

Es el jefe, el operador político, el que toma "las decisiones acertadas". El que dice la última palabra.

La comitiva del partido Un Nuevo Tiempo, los diputados de la tolda azul y la familia de Rosales plenó los espacios de la puerta 11 del aeropuerto. La fusión de dos vuelos: el de las 8.00 y el de las 11.00 hizo que se abarrotaran aún más personas. A las 10.30 ya se había tomado 23 fotos y había recibido al menos 12 llamadas: unas para saludarlo, otras para revisar que no se pasara ningún detalle en " el acto de la 72".

Los diputados lo cercaron y entre chistes recordaron el momento en el que el pasado 15 de octubre de 2015 viajó de Aruba a Maracaibo, pero apenas bajó del avión, el Sebin se lo llevó preso a Caracas a la sede de el Helicoide. A Rosales, ese cuento lo descoloca. Y la espera en el aeropuerto lo pone ansioso. A las 11.13 de la mañana la aerolinea hizo un anuncio: El vuelo se posponía para las 2.00 de la tarde.

Esta noticia no le gustó a Rosales, ni a los diputados, ni a su equipo de trabajo. No le gustó a sus hijos, ni a su esposa, Eveling de Rosales, quien es también la alcaldesa de Maracaibo.

Comenzó la carrera por conseguir "un plan B". "Me dio un dolor en el alma cuando escuché eso" y a las 2.07 de la tarde salió del aeropuerto junto a su familia para viajar al Zulia, pero el vuelo salió a las 3.53. Ya en la tarima le contó a los zulianos que lo acompañaron, "yo me vine en lo primero que encontré".

Eveling de Rosales dijo que su felicidad estaba centrada en que "por fin me puedo llevar a Manuel al Zulia. Me siento tan feliz y emocionada como cuando gané y esto es un regalo más de la vida".

Sus hijos, los seis que estaban con el exgobernador de Zulia no se le despegaron ni un momento. Y en medio de las diligencias por conseguir retorno y por cuadrar que todo "quedara perfecto" el primer día en su estado después de años de ausencia comentó lo primero que le diría a La Chinita. "Le pido que me ilumine para tomar las mejores decisiones en función del Zulia y de Venezuela".

Llegó por fin a Maracaibo, después de toda la angustia y de toda la espera. No comió y la noche del miércoles se acostó muy tarde y se levantó desde la madrugada. Su regreso al estado "fue a lo grande", como grito una mujer mayor que se le guindó del cuello para saludarlo. Las ocho cuadras que llenó la gente que fue a verlo y a escucharlo le recordó a sus cercanos "aquellos cierre de campaña que se lanzaba el hombre".

En la tarima querían estar todos. Los que han seguido en el partido y hasta los que no se les veía la cara hace tiempo. 

Sonó la gaita y el chimbangle y Rosales se despidió para cumplirle a la Virgen. A las 6.58 de la tarde llegó a la Basílica y el Obispo auxiliar de Maracaibo, Ángel Caraballo lo recibió. "Bienvenido a la casa de tu madre, la Virgen de Chiquinquirá". Seis minutos estuvo ante la tablita, el hombre que salió del país el 3 de abril de 2009 con una amenaza de cárcel encima. Ese fue el momento entre Rosales y la Chinita.

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