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El avión, arrendado por Turkish Airlines a la también turca Avia Cargo Turkish (ACT), se partió en cuatro fragmentos de gran tamaño al caer contra las viviendas de la localidad de Dacha-Suu, a unos 25 kilómetros de Biskek, la capital del Estado centroasiático de Kirguizistán.
Como se puede apreciar en las fotografías tomadas en el lugar de la tragedia y publicadas en medios digitales, el morro del avión quedó empotrado en la pared de una casa, la cola clavada en el suelo y recostada al mismo tiempo sobre la azotea de otra vivienda, y otras partes del fuselaje esparcidas en plena zona habitada.
«Los fragmentos de los cadáveres están esparcidos por todo el perímetro», describió el dantesco panorama el viceprimer ministro kirguís, Mujammetkaliy Abulgazíyev, en declaraciones a los periodistas que se desplazaron a la localidad anexa al aeropuerto Manas de Biskek.
El ministro de Situaciones de Emergencias, Kubatbek Borónov, confirmó la muerte de 32 personas, incluidos los cuatro tripulantes, mientras que su colega de Sanidad, Talantbek Batiralíyev, dijo que se han hallado fragmentos de otros nueve cadáveres, por lo que el número de víctimas del siniestro podría acercarse a cuarenta.
«En el lugar del siniestro se han encontrado fragmentos de cuerpos de otros nueve fallecidos», dijo Batiralíyev en unas confusas declaraciones recogidas por la prensa.
Un portavoz de los servicios de emergencias precisó que entre los 32 muertos confirmados hay 13 niños, nueve mujeres y 10 hombres.
Al menos otras 12 personas, entre ellos seis menores de edad, resultaron heridas en el accidente y fueron trasladadas a distintos hospitales de Biskek, según los últimos datos oficiales.