Luego del abuso de acabar con el referendo revocatorio hemos exigido, como en cualquier país decente en momento de crisis, la realización de elecciones generales
Este régimen no cree en la democracia y por ese motivo no quiere que el pueblo se exprese a través del voto. Esto es sumamente grave porque pone en peligro el esfuerzo de décadas que nos llevó al 23 de enero de 1958 y pone en peligro las cuatro décadas de realización democrática cuyo balance podemos compararlo con esta gestión chavista y con épocas anteriores con la convicción de que habrá un saldo positivo para los denostados 40 años.
¿En qué me baso para afirmar que el régimen no cree en la democracia? En las realidades que hoy vivimos. Y daré solo tres ejemplos. En medio de una profunda crisis promovida por quienes ocupan el poder, el 5 de diciembre de 2015 el pueblo le dio una mayoría calificada a la Unidad Democrática en la Asamblea Nacional. Ese mandato popular ha sido burlado por el Gobierno y por el Tribunal Supremo de Justicia. Ya sabemos todo lo que ha pasado, pero la realidad es que la Asamblea no ha podido funcionar como consecuencia de un boicot “institucional” que viola bárbaramente la soberanía popular. Los diputados hemos hecho lo que nos corresponde: cumplir con nuestras atribuciones legislativas y de control y salir a la calle a encontrarnos con la gente y sus problemas.
Cumplida la mitad del período presidencial, la Unidad Democrática tomó la decisión de activar un referendo revocatorio para que el pueblo decidiera la permanencia o no del impresentable presidente Maduro. Desde el Poder Ejecutivo, Electoral y Judicial surgieron todo tipo de trabas, algunas de las cuales se convirtieron en intento de humillación a un pueblo que dignamente se levantó y cumplió con las exigencias más extravagantes que realizó el árbitro parcial. Cuando vieron que íbamos con todo decidieron ponerle fin a la iniciativa violando nuevamente la soberanía popular.
En diciembre de 2016 debieron realizarse las elecciones de gobernadores de estado y de legisladores de los consejos legislativos. Sus períodos de cuatro años vencían en ese momento y las elecciones debieron ser convocadas de pleno derecho. El árbitro parcial hizo un informal anuncio que enviaba las elecciones al final del primer semestre de 2017 y hasta ahora no ha oficializado en su directorio calendario alguno.
Todo esto evidencia que no existe voluntad de convocar a ninguna elección en Venezuela. Si a esto sumamos la intención de mantener en la ilegalidad a los partidos integrantes de la Unidad Democrática, pero además agregamos la amenaza de ilegalizar a la MUD como movimiento político para, en caso de que al final decidan llamar a elecciones, jugar solos, no podemos llegar a otra conclusión: se configura en Venezuela una dictadura real que debemos combatir con la Constitución en la mano.
Y a ese combate es al que queremos invitar al pueblo de Venezuela. Sabemos que todos estamos distraídos en luchar por la superación de la crisis que vemos a diario en nuestras casas, pero es necesario que dediquemos parte de nuestras energías a dar la lucha en la calle para ejercer la presión popular que permita que sean convocadas elecciones en este país. Luego del abuso de acabar con el referendo revocatorio hemos exigido, como en cualquier país decente en momento de crisis, la realización de elecciones generales, pero vamos a estar dispuestos a participar en las que sean convocadas, exigiendo el respeto al derecho a nuestra participación y al acceso a la información que permita constatar que se respeta en cada voto, la voluntad del elector.
Si los ciudadanos salimos a la calle, ejercemos la presión necesaria y, además, logramos que los organismos internacionales sean más proactivos y sensibles ante el caso Venezuela, lograremos de forma pacífica y constitucional preservar la democracia y producir los cambios que permitan que nuestra patria sea otra vez normal e inicie un camino de reconstrucción basado en el respeto a la dignidad de cada uno de nosotros. ¡Elecciones YA!