Nos
La MUD comienza su anunciada reestructuración, al respecto tres factores determinantes: En primer lugar su vigencia o validez, todo indica que el escenario es nefasto, la treta del PSUV de enviar a sus acólitos a firmar “chimbamente” durante la recolección de manifestaciones de voluntad para el revocatorio, para después denunciar un supuesto fraude, aún generará dividendos al Gobierno, seguramente el TSJ inhabilitará a la MUD reutilizando el burdo “fraude” fraguado deliberadamente.
La MUD debe desde ya contar con un plan B, C, D, hasta la Z, de manera que esa situación no les caiga de sorpresa. La intención es evidente, anular los partidos opositores, así celebrar los venideros comicios con una elección ficticia, donde el Gobierno financiará interesadamente algunas opciones “opositoras” para simular un proceso plural, legal y legítimo. La MUD debe estar consciente de ello, alertar a los venezolanos y al mundo entero.
En segundo lugar la asertividad; el mensaje; la conexión con el venezolano. El pueblo ya está cansado de diagnósticos, todos los habitantes de Venezuela saben qué es lo que ocurre ¡lo viven a diario!; el asunto son las soluciones; volver a generar una “esperanza viable”; una salida a este pandemónium en que se ha convertido el país; recobrar la confianza; hacer que el venezolano dirija esfuerzos para generar los cambios anhelados.
En tercer lugar el proceso comunicacional; la MUD ha sido poco eficiente en hacer comprender que ella ha cumplido cabalmente con todo lo ofertado en el 2015, desde la AN ha redactado leyes y realizado actos para acabar con las colas, otorgar titularidad plena a los ocupantes de la misión Vivienda, se ha ocupado de la inseguridad, la escasez, la inflación, entre otras acciones más, pero no ha dejado suficientemente claro que ha sido el TSJ, por órdenes del Gobierno, quien ha ilegalizado absurda e inconstitucionalmente todas y cada una de esas leyes y actos. Lo concluyente sería la presencia internacional en el país para que atestigüen cómo el chavismo va cerrando las vías democráticas.
A todas estas, nos parece un inoportuno error haber designado a Juan Carlos Caldera y Chúo Torrealba como responsables de los cambios, el primero fue involucrado en un escándalo de financiamiento electoral dudoso y el segundo lo corresponsabilizan de los fracasos de la MUD durante el 2016. Llegó el momento de pisar firme y seguro.