“En Venezuela tenemos años ayunando forzosamente”

La penitencia del ayuno quedó en el pasado para los marabinos, al menos de manera voluntaria. “No solo nos privamos del desayuno, también de las otras comidas, alguna de las tres falla y eso es involuntario”, dijo la marabina Luz Marina Marquina

Los altares de los templos de Maracaibo ya están vestidos de morado, el color litúrgico de este tiempo de Cuaresma, que significa luto y penitencia, tiempo de reflexión y de conversión espiritual que marca la Iglesia para prepararse a la pascua. La Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Juan de Dios es para los zulianos un lugar “de paz y alivio ante tanta tormenta”. Aprovechan para visitar el templo durante los próximos 40 días. 

La penitencia del ayuno quedó en el pasado para los marabinos, al menos de manera voluntaria. Walter Suárez, habitante de San Jacinto, dijo que “los venezolanos ayunamos forzosamente desde hace años, porque esta situación nos obliga a comer hasta menos de dos veces al día”. El hombre, que asistió temprano al templo a rogar por la salud de su hija, lamentó que tampoco pueda cumplir con ayudar al prójimo. “Muchas veces uno no tiene para uno, menos para ayudar a otro, sin embargo hacemos lo mejor que se pueda”. 

Rezar por la seguridad de la familia y por la situación económica y política del país significa “desahogarse” con La Chinita, acción que también es propicia en la Cuaresma, sobre todo para las madres zulianas. Para Luz Marina Marquina es un “alivio” poder parar un rato en el templo, dice que eso “es lo único que nos llena, que nos reconforta”. Ella tampoco ayuna, solo “reza mucho”. “No solo nos privamos del desayuno, también de las otras comidas, alguna de las tres falla y eso es involuntario, es la misma situación. Pero cuando no hay igual se lo ofrezco a Dios como sacrificio”. 

Doris Pacheco, ayuna durante toda la Cuaresma todos los viernes. Sin embargo señaló que a veces el vacío en el estómago se extiende por más horas que las ofrecidas a Dios. “Es una situación general, solo nos queda rezar”.

El ayuno y la abstinencia

El ayuno consiste en ingerir una sola comida “fuerte” al día, mientras que la abstinencia consiste en no comer carne. Con ambos sacrificios se reconoce la necesidad de hacer obras por el bien de la Iglesia y en reparación de los pecados.

Además, en esta práctica se incluye dejar de lado las necesidades terrenales para redescubrir la necesidad de la vida del cielo. “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). 

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