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Las gorras con la bandera de Venezuela y un bolso en la espalda los delatan. Son estudiantes y en su morral los cuadernos, libros y lápices los acompañan durante el recorrido por las calles de Maracaibo cada vez que se hacen sentir. Cuando se les pregunta qué sienten con respecto a la situación que atraviesa el país, su cara tiende a enrojecerse y sus ojos a aguaraparse.
Es temprano e Ibrahín Gutiérrez, un joven estudiante de 23 años, parte rumbo hacia una de las marchas. Consigo lleva pocas cosas materiales, pero en su cabeza las ideas abundan. Él comenta que existen muchas razones para salir a luchar por sus compañeros asesinados, golpeados o presos. “Nos disparan a la cabeza porque quieren eliminar el pensamiento y que dejemos de esforzarnos o insistir. Tenemos nuestras ideas y convicciones que junto al ímpetu nos permitirán cambiar este país”.
Gutiérrez recalca que el movimiento estudiantil encara los problemas y están presentes en los momentos más determinantes y difíciles en el país a lo largo de la historia. Ser la “generación de libertad y cambio” les obliga a buscar solucionar la crisis y sacar el país a adelante, dice: “Existe un sentimiento de tristeza. La deserción universitaria es muy grande y vemos cómo el país se va por el aeropuerto. Los muchachos dejan de ir a clases por trabajar y buscar el pan de cada día. La situación es indignante y a diario nos roban las oportunidades y el futuro”.
Lucha y exigencia
Gleidimar González, estudiante de Derecho, es otra de las presentes en la concentración de la plaza de La República. Ella destaca que el movimiento estudiantil se mantendrá en la calle hasta encontrar soluciones a los problemas y seguirán en pie de lucha y unidos. “Sentimos impotencia y dolor. El hambre, la inseguridad e indolencia nos arrebatan el presente y el futuro. La esperanza es lo último que se pierde y no existe alguna posibilidad de que eso ocurra”.
Para muchos la palabra miedo queda de lado y los comentarios o súplicas de familiares y amigos con respecto a las movilizaciones de calle son tomadas como recomendaciones puesto que el “miedo más grande es el que se vive a diario en las calles”, sentencia la muchacha.
Guillermo Montiel, uno de los estudiantes apostados en las inmediaciones del lugar, detalló que la resistencia es pacífica. “Es frustrante cuando nos levantamos y tenemos que pensar cómo vamos pagar el pasaje para ir a la universidad, de dónde sacaremos dinero para la comida o cómo pagaremos las guías”.
Los jóvenes llaman a rescatar la democracia y luchar por el futuro. Los dirigentes señalan que trabajan porque los estudiantes que emigraron regresen al país y no separen más a las familias. En el transcurso de los próximos días se espera que el movimiento estudiantil en el país se pronuncie y dé a conocer su agenda de calle.