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A principios del siglo XX, un hombre de las ciencias médicas dedicó sus últimos años de vida al desarrollo de un tipo de medicina novedosa que sirviera de entrada al sistema de salud, es decir un tipo de medicina general.
Pedro Iturbe Leiva, un zuliano de corazón, médico neumonólogo que dedicó toda su carrera a nuestra sociedad zuliana, fue el encargado de crear el antiguo Dispensario Antituberculoso en 1932, más adelante este dispensario se transformó en el Sanatorio Antituberculoso, hasta adoptar el famoso nombre que en la actualidad lleva: Hospital General del Sur “Dr. Pedro Iturbe”.
Más allá de su labor por la lucha de la tuberculosis, enfermedad que recapitulando en nuestra historia fue la que acabó con nuestro Libertador Simón Bolívar, Iturbe fue el impulsor de un tipo de medicina que se encargaría de educar, de ayudar y de prestar la atención médica a domicilio, cobrando honorarios muy bajos o simplemente gratis.
Es importante traer a la palestra de la opinión pública, este enfoque humanista que le dio este hombre a la medicina de nuestro país. Prácticamente fue gracias a él, que posteriormente se empezó a incluir la Medicina Familiar como eslabón fundamental en la formación de los galenos en Venezuela.
En 1982 surge la residencia de Postgrado de Medicina Familiar y en 1986 se introduce como cátedra en el pregrado de medicina de nuestra Universidad del Zulia (LUZ). Nuestra alma mater fue pionera en incluir la Medicina Familiar en su pensum de estudios, siguiendo el enfoque de Pedro Iturbe.
Por ello, generación tras generación, nuestros médicos han sido el motor de un sistema al que han entregado sus mejores años, sin egoísmo y con remuneraciones muchas veces insuficientes que no compensan la preparación, la dedicación y la calidad en la formación.
El médico es un soldado en acción permanente, sin demoras y sorteando los obstáculos y nudos administrativos de un sistema complicado, que muchas veces los obliga, en plena madurez de sus carreras, a comenzar desde cero, a pesar de las experiencias acumuladas.
LUZ, seguirá formando a los mejores médicos. Continuaremos sembrando en cada uno de estos jóvenes abocados por el servicio social, la semilla del saber y el amor por la medicina, con la fe puesta en que el Estado recapacite y les otorgue el valor que realmente amerita la profesión.