Unos
"No podía dejar que mis hijos vieran cómo los perros callejeros se comían el cadáver de su padre", comentó la esposa de José Antonio Pérez Morillo (36), a quien mataron los miembros de la banda La Oreja en el callejón Ayacucho del sector Santa Rosa de Agua, parroquia Coquivacoa del municipio Maracaibo, el pasado domingo a la 1.00 de la madrugada.
Con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta la esposa del taxista de la línea Servi Express, cuyo nombre no quiso revelar, estaba indignada por las publicaciones que aparecieron ayer en los periódicos, asegura que a la víctima no la mataron dentro de su vehículo, sino que los delincuentes llegaron justo en el momento cuando abría el portón de la vivienda para estacionarse.
Recostada a una pared de la morgue forense, el ama de casa relató cómo había sucedido el asesinato. José regresaba de la línea de taxi, cuando un compañero lo llamó por teléfono para indicarle que tenía una carrera, no aceptó porque uno de los cauchos del Mitsubishi MF, blanco, placa CRS71, con el cual trabajaba se le había dañado.
Al llegar a la avenida 6 del sector, se bajó del vehículo para abrir la reja del garaje, detrás de sí escuchó una voz que lo llamaba, volteó, eran el "Oreja", Ramón y Henry, venían acompañados por otros delincuentes, "no tuvo tiempo a nada", arremetieron contra él, lo golpearon en reiteradas oportunidades y le dispararon en el pie derecho. Ante la agresión, les pidió que se lo llevaran lejos de la casa, no quería que le hicieran daño a sus hijos.
Los antisociales lo subieron al vehículo, cuando llegaron al callejón Ayacucho lo bajaron a golpes. En ese mismo lugar lo acribillaron, cayó muerto sobre la arena, las risas comenzaron a escucharse, nadie se acercaba por temor. Luego de perpetrar el crimen, la banda le robó el celular, la cartera, desvalijó el carro y le rompió el parabrisas.
El cadáver del taxista permaneció tendido en el callejón por seis horas, la comunidad no se atrevía a salir de sus viviendas hasta que amaneciera. Un vecino corrió para avisarle a la esposa de la víctima lo que había sucedido, al enterarse salió de la casa con la ropa que llevaba puesta, halló a José, la lluvia de esa noche le había caído encima, las hormigas le picaban en el rostro y los perros arrancaban pedazos de su piel.