Es
Votar o no votar, ese parece ser el dilema, una pregunta que genera conflictos, debates y hasta campañas de desprestigio entre los opositores a la tiranía. Es un debate político y que se sigue con gran interés en las redes, la prensa y demás medios. Pero en medio de esta diatriba, los actores que la protagonizan olvidan los problemas que padecen los venezolanos diariamente.
El pueblo asiste estupefacto a este conflicto fratricida, incrédulo, que los llamados líderes de la oposición parezcan más interesados en destruirse mutuamente que en atacar al madurismo. Son válidos los argumentos que claman contra un sistema electoral fraudulento, asimismo no carecen de razón quienes defienden una salida pacífica y electoral como la forma idónea de salir del Gobierno.
Ambos grupos hacen bien en defender sus criterios sobre cómo debe ser llevada la lucha por restablecer la democracia, pero se equivocan al llevar lo que debería ser una discusión respetuosa, al plano de un enfrentamiento entre enemigos. Esta pelea, donde el insulto, la difamación y las acusaciones son la orden del día, solo beneficia a Maduro y su entorno, que se fortalece mientras la oposición pierde su rumbo.
Perdemos el foco y ponemos en primer lugar problemas que son muy importantes entre los políticos, pero que entre la población que es atacada por el hambre, la delincuencia, la escasez, las enfermedades y la inflación; son problemas secundarios frente a sus calamidades diarias. Nuestros adversarios no se encuentran dentro de las filas democráticas, sino entre el grupo minoritario que se aferra al poder para continuar el mayor saqueo realizado a las arcas nacionales en la historia patria.
Es indudable que debemos activar todos los mecanismos de presión, nacional e internacional, para lograr un sistema electoral transparente, auditable y unas condiciones equilibradas en el proceso electoral, requisitos mínimos para unas elecciones libres. La parcialidad, y propensión al fraude de quienes se dicen árbitros, es un punto en el cual coinciden todas las fuerzas opuestas a la dictadura, incluyendo sectores del chavismo disidente.
Enfocarnos en trabajar juntos en los puntos en los que coincidimos, debe ser la forma de actuar de los demócratas, debatir los puntos discordantes con serenidad y respeto. Pero la principal premisa entre los que trabajamos por un cambio, es recordar que a lo que debemos enfrentarnos es a las injusticias, el hambre y la arbitrariedad traídas por un gobierno déspota.