
Durante
El 22 de octubre, tras un apagón en el sector, la electricidad regresó y el transformador explotó. Luego de la denuncia, una contratista se lo llevó y lo reparó. Como estaba en garantía, por otra reparación, los vecinos correrán con la mitad del gasto: 11 millones de bolívares que “no tienen de donde sacarlos”.
Para paliar la situación, amigos cercanos pasan extensiones por encima de los bahareques. Ese método solo les alcanza para encender un bombillo o ventilador, el resto no enciende nada. Siete casas, donde habitan ancianos, embarazadas, personas enfermas, niños y discapacitados están sin servicio eléctrico. A una de las abuelas la tuvieron que llevar a vivir en otra residencia, las subidas de tensión, debido al calor, en múltiples oportunidades la golpearon.
Otros encienden una pequeña cava para tratar de preservar los alimentos y se resguardan debajo de los arboles por las temperaturas elevadas. No pueden prender aires acondicionados, televisores o la radio. En la noche todo empeora y están “encerrados”.
Los zancudos los atacan y el hampa merodea las calles aledañas. Más de 10 veces fueron a Corpoelec y la respuesta fue: “no tenemos transformadores, contacten a tal…”. El martes acudieron a la Alcaldía y “solo les tomaron las declaraciones”. Lugareños advirtieron que de no resolverse la situación, en los próximos días cerrarán las calles, quemaran cauchos o esparcirán la basura porque “están asqueados”.