
Desde hace dos años los trasplantados de riñón acuden a clínicas veterinarias en busca del prednisona, medicamento inmunosupresor con el que procuran aliviarse porque no cuentan con tratamiento
Los tres mil 500 pacientes renales del país llegaron a una situación crítica. Temen perder el riñón por la falta de tratamiento, por lo cual recurren a centros veterinarios en busca de uno de los fármacos inmunosupresores en un intento desesperado por sobrevivir, pero ya comenzaron a escasear.
Larry Larrazábal, que recibió una trasplante de riñón hace tres años, contó que él junto con otros pacientes tienen más de ocho meses yendo a una tienda veterinaria ubicada en El Paraíso para comprar la prednisona de uso veterinario, un fármaco recetado para contrarrestar los síntomas producidos por un descenso de los niveles de corticoides en el organismo.
“Estoy en riesgo de perder mi órgano y lo único que consigo es la prednisona de uso animal que me dura 40 días. Las piernas se me han comenzado a hinchar y tengo puntadas cerca del riñón”, relató el padre de familia, quien explicó que desde octubre el IVSS no le entrega ni Prograff ni Myfortic, dos de los fármacos que necesita para mantener sano su riñón.
La interrupción del tratamiento, indicó, le ocasionó un desequilibrio de los niveles de úrea y creatinina, por lo que fue hospitalizado en tres oportunidades. Añadió que adquirir los fármacos a precios internacionales no es una opción para él debido a los altos costos. “Una caja me cuesta entre 300 a 400 dólares y no tengo los recursos para costearlos, por eso estoy pidiendo ayuda”, enfatizó.
Luis Hernández, médico nefrólogo del Hospital Universitario de Caracas, confirmó que desde hace dos años la escasez de la prednisona en el IVSS y las farmacias de alto costo los han obligado a referir a los pacientes a los centros veterinarios.
“Ante la gravedad de la situación lo hemos tomado como una solución temporal”. Aclaró que el medicamento tiene los mismos efectos para los humanos y los animales, y descartó que exista peligro al ingerirlo. “Cumple con el mismo efecto supresor para evitar el rechazo del órgano”, según reseñó El Nacional.