Esta cultura mata-equipos es el sabotaje del uso de la falta de electricidad como arma letal contra la sociedad para su dominación. Su negligencia es criminal, un acto de lesa humanidad porque arremete contra los más indefensos
La calamidad eléctrica en Maracaibo, Andes y piedemonte andino continúa agravándose con dos peligros que nos pueden pasar una factura catastrófica: La Vueltosa, es el más grave peligro para la nación. El único autotransformador operativo (400 kV) de 450 MVA en la subestación, S/E; Cuatricentenario, opera al 120 por ciento (sobrecarga) y lo inaceptable es que las respuestas son inadecuadas.
En los Andes, hay un potencial inadmisible que podría traer como consecuencia una catástrofe que pondría en riesgo más de 100 mil vidas, 400 mil damnificados y 154 mil millones de dólares en daños. El poderío destructivo, es mayor que el de la Represa HidroItuango, en Colombia.
En la S/E Cuatricentenario, se acorta la vida útil del único equipo que permite traer 75 por ciento de la energía del Guri a Maracaibo. Si falla no hay repuesto en Venezuela y sería el equivalente al que se caigan las oxidadas torres de las líneas de 400 kW que cruzan el Lago de Maracaibo desde la S/E El Tablazo. Así también se causa la sobrecarga destructora de los ocho incendios en S/E de Distribución.
Esta cultura mata-equipos es el sabotaje del uso de la falta de electricidad como arma letal contra la sociedad para su dominación. Su negligencia es criminal, un acto de lesa humanidad porque arremete contra los más indefensos (ancianos, enfermos y niños). De continuarse, Zulia y Venezuela se apagarán.
Este régimen no necesita asesoramiento, hay que desalojarlo del poder. Los ingenieros que insistan en eso, enlodan las mejores tradiciones de mi profesión, tanto ellos como la clase política, es hora de ponerse del lado correcto de la historia y a estos últimos de desistir en los vicios de premiación de “fichas pseudoexpertas” para liderar el Sector Eléctrico Venezolano, SEV, que es el causante de su perdición y de todas las empresas de servicio públicos.
Es la hora de la chiquita y no del avestruz, es imperativa la ética, honradez extrema, austeridad y conocimiento, cero tolerancia a la corrupción. Si nos falta el guáramo, entonces iremos hacia la oscuridad y la decadencia y de ser así, no hace falta que el último apague la luz. ¡Pa´ lante que para atrás espanta.