La unidad es indispensable en cuanto a este objetivo inaplazable, para todo lo demás puede ser dinámica y diferenciada, característica de cualquier esfuerzo democrático. Están dadas todas las condiciones nacionales e internacionales para tener éxito en lo fundamental
El título de esta columna no es original. Se trata de un plagio a mí mismo como respuesta a unas cuantas interrogantes en una entrevista de hace algunos años. Ya estábamos con el cuento de la imposibilidad de que el país, con sus enormes riquezas petroleras y mineras en general, pudiera llegar a niveles de pobreza como los que estamos viviendo. Aún parecían remotos, pero al profundizar la mirada y abarcar todos los aspectos de la vida nacional, no era tan difícil la conclusión. Lamento profundamente haber tenido razón y ojalá el liderazgo del país lo entienda definitivamente. Tenemos que levantarnos desde la pobreza, aunque sin los recursos disponibles que antes teníamos. Siguen existiendo, pero cada vez más alejados de la realidad operativa inmediata.
Sin embargo, de las cosas que más llaman la atención en el mundo entero está la gran cantidad de profesionales, técnicos y especialistas venezolanos que tanto dentro como fuera del país, tienen capacidad y competencia para sacarlo hacia adelante en relativo corto plazo. Esta es la verdadera riqueza nacional, aunque sigamos viviendo con el trauma de la tragedia de este socialismo comunistoide.
Para alcanzar el objetivo de la superación es indispensable ponerle punto final y definitivo al régimen existente. Mientras exista será imposible. En consecuencia el esfuerzo actual tiene que estar concentrado en la salida del régimen que se inicia con el cese a la llamada usurpación del señor Maduro. Hay que avanzar de las palabras a los hechos, de la retórica ocasional a la acción concentrada en el objetivo inmediato. La unidad es indispensable en cuanto a este objetivo inaplazable, para todo lo demás puede ser dinámica y diferenciada, característica de cualquier esfuerzo democrático. Están dadas todas las condiciones nacionales e internacionales para tener éxito en lo fundamental. Lo demás vendrá por añadidura, aunque no sin esfuerzo.
Debemos evitar caer en el electoralismo agudo que pareciera condicionar la acción de algunos y pedirle a los candidatomaníacos que se tranquilicen, al menos hasta que los objetivos fundamentales sean alcanzados. Sé que no es fácil, pero no descansemos hasta que entiendan el daño que le hacen al país y a sí mismos.
La lucha de hoy no es entre socialismo y capitalismo. Es mucho más que eso. El combate es entre la libertad y la tiranía, entre el deseo por seguridad jurídica válida para las personas naturales y jurídicas, para la familia, para la economía y los negocios y las acciones al margen del ordenamiento jurídico de las estructuras del crimen organizado que se han apoderado de la vida pública y parte de la privada. Mantener viva la fe y la esperanza es una obligación. Estamos en el camino correcto de la historia. Falta relativamente poco.