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Ha pasado más de un mes desde que se introdujo la propuesta de la II Convención Colectiva Universitaria y no hay resultados concretos de la discusión. Todo está sumido en la incertidumbre y el más oscuro silencio, como acostumbra el Gobierno nacional, para generar falsas expectativas y desanimarnos, pues la información extraoficial se conoce a cuenta gotas. Es evidente la táctica dilatoria del Ejecutivo nacional y los sindicatos que le son afectos, para que haya un anuncio presidencial que mate nuestras esperanzas de un incremento salarial que considere la variable inflación y nos permita contar con una calidad de vida más cercana a lo que aspiramos, alejada de la miseria en la que vivimos y nos hace profundamente infelices.
Del búnker donde están reunidos los sindicatos y Fapuv, como invitada, salen rayos y culebras porque uno de los sindicatos gobierneros (FTUV) al no poder echar a la Fapuv de la reunión, amenazó con retirarse cuando se instalaba la mesa de negociación de la IICC. Cuando escribo este artículo no tengo información de la asamblea convocada por la FTUV para el lunes 8 de junio con miras a “analizar la situación universitaria nacional y (su) retiro de la mesa de negociación”. La más pura jugada de amenaza para quebrar la “unidad” de todos los sindicatos e imponer sus puntos de vista que ni siquiera favorece a sus agremiados, sino al Gobierno nacional.
En esta coyuntura, aparece en los medios el ministro de Educación Universitaria informando que el presidente Maduro firmó un punto de cuenta donde aprueba más de 4 mil millones de bolívares para “aumentar la tabla salarial de profesores y personal universitario”, incremento que oscilaría entre el 30 % y 70 %. La pregunta es ¿cómo se refleja ese aumento en la tabla de sueldos propuesta para la discusión de la II Contratación Colectiva? ¿Se impondrá el criterio del ministro del Trabajo que conocimos mediante un video? ¿Estamos amparados todos los universitarios bajo ese aumento, me explico, activos, jubilados y pensionados?
Ese bypass al que nos tienen acostumbrados la “revolución”, nos esquilma beneficios y hace que se incremente la repulsión hacia un sistema autoritario que no termina de darnos un sueldo “decente” para todos los trabajadores universitarios, que cada quien dentro de sus funciones reciba un sueldo acorde con su trabajo. Ningún gremio tiene que vivir de mendrugos, ni aceptar migajas. Mantengamos la unidad.