Hace un mes que no te veo

Hace un mes, hace un mes que no te veo, hace un mes que no estoy entre tus brazos” cita una vehemente melodía colombiana de los Corraleros de Majagual.  Igualitos, desamparados, olvidados, acongojados,  abandonados, vueltos nada, estamos por estos lados de la urbe marabina

Especialmente en la zona norte de la ciudad, territorio seco, árido y estéril,  donde desde hace un mes o más, no vemos el agua,  no estamos en su compañía,  no  sentimos cerca  el vital líquido para cubrir nuestras necesidades básicas y satisfacer las demandas sencillas de la vida cotidiana. Hace un mes que no  vemos el elemento vital, determinante para el desarrollo de toda sociedad actual.

En sectores populosos como la urbanización Monte Bello, Costa Rosmini y áreas cercanas, hace largos días que no vemos  el estratégico recursos natural, los habitantes sólo lo ven, perciben y huelen a través de los camiones cisternas que surten el agua a precios exorbitantes por encima de 2 mil 500 bolívares, nada menos, afectando severamente la economía familiar ya maltratada por la elevada inflación que agobia al país, ubicándonos en un período detenido en la historia, sin agua, sin luz, sin alimentos, sin medicina, sin seguridad y lo más alarmante sin estrategias públicas idóneas y creíbles para dar respuesta a tan desértico acontecer.   

Nadie responde. Ninguna institución  hidrológica asume responsabilidades. Hidrolago justifica la ausencia de agua con las mismas excusas extemporáneas y desfasadas de hace más de quince años, totalmente acordadas por su cúpula gerencial, argumentando, desde las relaciones controversiales fronterizas y limítrofes con Colombia, la penetración de la guerrilla del vecino país en las nacientes de los ríos que nutren la represa de Tulé, la desatención oficial a la conservación integral  de la cuenca del Lago de Maracaibo, la desalinización lacustre, la poca conciencia de los usuarios sobre el uso racional del agua, la reparación en los Tres Ríos, la sequía de los embalses  El Diluvio y Manuelote, las bombas obsoletas, las válvulas selladas con cemento hasta el intenso y ardiente verano de un cambio climático acelerado y voraz,  dirigido por el Imperio y su capitalismos salvaje y oligárquico. La misma historia de siempre cruenta, desgarradora y conmovedora para justificar lo injustificable de la ausencia de agua.

Mientras tanto, entre dimes y diretes, exógenos, endógenos y patógenos,  se desconoce a escala regional porque a pesar del largo y rico  período de ocupación chavista, madurista,  se carece de enérgicas y efectivas políticas de abastecimiento de agua potable, identificadas con enfoques del mundo en  que vivimos e interactuamos, que debe contar esencialmente con el derecho humano fundamental de tener el vital líquido por igual. Tengan piedad, hasta cuándo la manipulación, desinformación  y eufemismos para ocultar corrupción e ineficiencia y nosotros, sometidos a la maldición egipcia, a las siete plagas infernarles de sobrevivir sin agua, que es igual a existir de espaldas a Dios. 

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