Unos
Tenía yo 15 años… Y ya Gladys Vera, la «sempiterna Reina de la Gaita» cantaba y contaba las desventuras que la pobreza y la ignorancia generaban en las mujeres venezolanas cuando sucumbían a temprana edad a las dulces mieles del amor. El tema no ha perdido vigencia, el embarazo en adolescentes y la irresponsabilidad paterna siguen preocupando. Los zulianos cincuentones no tendrán mayor problema para recordar la letra de la famosa gaita y los más jóvenes tienen la opción de YouTube o de alguna rocola para conocerla.
Por la puerta ‘el rancho pasabas mirón, me echabas piropos y me hablabas de ilusión… La similitud con el proceder de un político populista es obvia. Un seductor irresponsable manipula a su objeto de deseo en busca de «aquello»; es decir, el voto y le llena de expectativas que se transforman luego en frustración.
Cada vez que te perdono me montáis otra barriga… y después de una inflexión que solo una magnífica intérprete puede realizar, continuaba con: Y otra vez muy sola, vuelvo cuesta arriba, lava y plancha ajeno y vos con tu vida. Ay, la, la, la … Cada vez menos madres de los barrios lavan o planchan ajeno, cambiaron de oficio, ahora hacen colas bien como parte de la productiva industria del bachaqueo (para algunos), que la revolución ha propiciado o simplemente para comprar leche o pañales para los hijos productos del perdón.
Estudios realizados por reconocidas universidades venezolanas indican que la pobreza por ingreso, que en el año 1998 estaba en 45 por ciento, en el 2014 superó el 48 por ciento. ¿Será solo sensación de pobreza?
Sin duda, el enamoramiento de los pobres con el «proceso» ha mermado y es cuestionable la responsabilidad que pretende atribuirse a estos humildes compatriotas de mantener con vida esta nefasta experiencia. En la cola de un supermercado o de una farmacia desabastecida, unos cuantos estarían dispuestos a corear los dramáticos versos con los cuales Gladys culminaba la cruda narración de aquella historia: Con la ayuda y la fe en Dios levantaré los muchachos, pues pa’ tenerte de macho prefiero vivir sin vos.
En contraposición, los «enchufados» civiles y militares se resisten a dejar la teta y saben que un cambio implicaría rendición de cuentas ante la justicia. No les ilusiona «embusacar sus trapitos» para un exilio -ni tan dorado- en Cuba, Irán o Rusia. El socialismo del siglo XXI dejó su amorío marginal para convertirse en el amor de todo «boliburgués».