Inhabilitaciones

Los que urden las inhabilitaciones y sus ejecutores, son tan malandros y mafiosos como los “pranes” de las cárceles y sus círculos de violentos

Inhabilitar al adversario político es la más reciente modalidad de ventajismo que utilizan los regímenes dictatoriales marxista-leninistas, es decir, los comunistas. Antes, los comunistas, cuando un rival les hacía “sombra”, constituyéndose en una real amenaza para el autócrata de turno, lo mandaban a matar o lo exiliaban, sin excusa ni razón alguna. El caso de Stalin en la exUnión Soviética y el asesinato del disidente ruso León Trotsky, es una referencia histórica.

Este sucio juego de inhabilitar a los rivales es de la autoría del célebre dictador bielorruso que lleva ya más de 30 años en el poder, -bastante amigo del castrochavismo y de Fidel: Aleksande Lukashenko-. Tan siniestro personaje creó la figura de inhabilitar a sus opositores, mediante la treta de la “Constitucional voluntad del pueblo”. La habilitación se apoya en el dañado Sistema Judicial bielorruso, con lo cual  al mundo se le anunciaba que el Poder Ejecutivo nada tuvo que ver con eso. 

En Venezuela, José Vicente Rangel, el personaje más sinuoso y rastrero del actual régimen, acuñó la célebre frase que califica al abuso de autoridad cometido: “En Venezuela no hay presos políticos, sino políticos presos”.

Los casos más emblemáticos en nuestro país son el de María Corina Machado, Leopoldo López, Daniel Ceballos, Enzo Escarano, Antonio Ledezma, la Juez Affiuni, el Comisario, Simonovich, Carlos Vecchio, José Ortega, los estudiantes presos, entre decenas más. 

Inhabilitar al rival para que no pueda ser elegido y con ello poder derrotar a la facción de los sumisos legisladores que sostienen en el Poder al dictador de turno, es la barbarie en la política, una acción absolutamente inmoral, sucia y cobarde. Es la negación misma de la verdadera función política y fehaciente demostración de carencia de honestidad ciudadana.

Los que urden las inhabilitaciones y sus ejecutores, son tan malandros y mafiosos como los “pranes” de las cárceles y sus círculos de violentos. 

Es siempre útil y conveniente para los malandros de la política, no olvidar que cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, hubo un juicio colectivo en Núremberg, Alemania, en donde los malhechores de la política y de la guerra, pagaron muy caro sus crímenes y fechorías. De igual modo, tener presente que la historia siempre repite sus ciclos, pero que el hombre, por lo general no aprende nada de sus lecciones.

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