La política del avestruz

El precio del dólar estadounidense, por ejemplo, una de estas cuestiones que nos mantuvo de cabeza hasta hace poco tiempo, ya es otro dato más

La soledad llega a nuestras vidas, al menos en el plano económico. Continúa el silencio gubernamental respecto a los indicadores económicos. Se cree que por no mencionarlos los problemas desaparecen. El Gobierno no actúa, espera con resignación el chaparrón, después verá qué show montará para decirnos un cuento, pues confía que la memoria corta de los venezolanos se encargue de sepultar el costo político, social y económico que supone decidir no hacer nada. En este sentido, copada nuestra capacidad de asombro, lo que nos digan respecto a cualquier cosa es aceptada sin mayores expectativas y probablemente se monte un chiste. 

El precio del dólar estadounidense, por ejemplo, una de estas cuestiones que nos mantuvo de cabeza hasta hace poco tiempo, ya es otro dato más. El incesante ascenso de su valor no causa sobresalto. Claro, a menos que seas empresario o productor, y tengas que comprar bienes y servicios en el mercado internacional (según Asdrúbal Oliveros, solo el 40 a 45 por ciento de la economía venezolana está indexada a través del mercado paralelo). El resto de los mortales lo percibimos cuando compramos algunos productos no regulados (los repuestos de los carros, por ejemplo) o quisiéramos viajar al exterior. Un imposible para la mayoría.

Tampoco al Gobierno nacional parece interesarle la escalada del antiguo enemigo. Aquella furibunda campaña para destruir al dólar paralelo oponiéndole instrumentos creados por el BCV (el último de ellos, el Simadi -Sistema Marginal de Divisas-) para “torcerle el cuello”, pasó a mejor vida y ahora hasta se nombra como causante de nuestra desgracia. Sin embargo, para el Gobierno es un mal negocio la venta de divisas ya que los vende a Bs 6,30 por dólar y eso significa menos bolívares, pero es un negocio de pingües ganancias para los que están alrededor del poder, que compran dólares a 6,30 bolívares y los venden en el paralelo al precio del día. Su valor siempre en ascenso amenaza subirse al potro de los 1000 Bsf. antes de diciembre; por lo pronto, cuando escribo esta nota, su valor se sitúa en 829,02 bolívares.

La avidez de dólares y el restringido aporte del Gobierno nacional, aunado a la negativa gubernamental de subir el precio de la gasolina, de eliminar los controles para dinamizar la economía, entre otras reformas planteadas, y refinanciar la deuda externa, aproximan a Venezuela a un colapso social. El efecto devastador se verá en 2016.

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