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Es cada vez mayor el círculo vicioso del régimen en la conducción de la economía. No es nada extraño en un país en el que la economía, las finanzas y la banca pública están en manos militares. Sin preparación para ello, aún no tienen claro que en el mercado de toda economía, las únicas órdenes válidas son las que provienen democráticamente de los numerosos oferentes y demandantes que toman decisiones. Una economía se maneja con decisiones acertadas de política macroeconómica y no con órdenes arbitrarias o imposibles de cumplirse, como la de fijar precios a más de medio millón de bienes y servicios sustituyendo al mercado. Cada día es más cierto, que la economía planificada centralmente y además militarizada como en Venezuela, es un rotundo fracaso. La historia económica del último siglo pone de manifiesto, que aun con sus imperfecciones y hasta injusticias, el sistema económico menos malo, es el de la economía de mercado. Este sistema ha mejorado muchas de sus fallas, en la medida en que una intervención inteligente y concertada del Estado, ha corregido muchos de sus vicios. A este sistema se le conoce como de economía mixta.
En la Venezuela de hoy, gracias a la decisión arbitraria de Chávez en 2006, de adoptar el denominado socialismo del siglo XXI, de inspiración marxista, la economía vive una crisis sin precedentes. Es evidente que el modelo económico del plan de la patria, nos está conduciendo a un despeñadero. En medio de tal escenario, la encuestadora oficial del régimen Hinterlaces, con Schemel a la cabeza, acaba de concluir una investigación que concluye, que tres de cuatro venezolanos creen en el modelo de economía mixta y no en el socialista marxista manejado militarmente; en el que cada día “la pobreza está creciendo por el impacto inflacionario”. El estudio además revela que 89 por ciento de los venezolanos, están a favor del diálogo y 93 por ciento a favor de una alianza con los sectores productivos privados.
Pero mientras esto aspiran los venezolanos, el régimen militarista, violando la Constitución arremete contra notables compatriotas como Lorenzo Mendoza y Ricardo Hausmann y aprueba medidas disparatadas que acrecientan nuestros males: esto no es más que el círculo vicioso del socialismo militarista, que nos está destruyendo.