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El aclamado director de orquesta austríaco Nikolaus Harnoncourt, que anunció el pasado diciembre su retirada profesional, falleció el sábado a los 86 años como consecuencia de una grave enfermedad, según han informado hoy sus familiares.
“El 5 de marzo de 2016, Nikolaus Harnoncourt falleció serenamente rodeado de su familia. La pena y el agradecimiento son grandes. Ha sido una relación maravillosa”, señaló la esposa del músico, Alice Harnoncourt, en una nota, según informa la agencia APA.
Thomas Angyan, director del Musikverein de Viena, del que el maestro Harnoncourt era miembro de honor, expresó la consternación del mundo de la música.
“Una era ha llegado a su fin”, lamentó.
“Nunca habría esperado que entre su retirada del mundo de los conciertos y su fallecimiento hubiera un periodo tan corto”, dijo a APA.
“Mis fuerzas físicas me obligan a cancelar todos mis planes futuros”, justificó el pasado diciembre Harnoncourt su retirada de la vida profesional.
Harnoncourt nació en Berlín en 1929 pero pasó su infancia en la ciudad austríaca de Graz.
Fue violonchelista de la Sinfónica de Viena y profesor de Interpretación en el Mozarteum de Salzburgo.
En el mundo de la ópera su éxito comenzó en Zúrich, y en Ámsterdam en la música clásica.
Como director, tanto en el escenario operístico como en el terreno concertístico, trabajó con los principales solistas y orquestas europeas.
Su trabajo discográfico abarca óperas, oratorios y obras sinfónicas de los siglos XVIII y XIX.
Además, dirigió dos veces, en 2001 y 2003, a la Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo.
En Austria es considerado el decano de la música antigua y sus interpretaciones y teorías continúan generando divisiones entre sus fervorosos seguidores y quienes las rechazan de forma contundente.
Con su exigencia de usar instrumentos originales y estudiar las partituras históricas revolucionó el arte de la interpretación.
Incansablemente buscó comprender y desvelar lo que el compositor realmente quería decir con su obra y ofreció así interpretaciones innovadoras y sorprendentes.
Fue el primero que abordó la grabación de las obras de Bach en su forma primitiva.
En su trabajo fue fiel a su convencimiento de que “la meta no es la belleza del sonido, sino la transmisión de determinadas cualidades de expresión”.