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A los sicarios no les importó que a Marcos Sulbarán, de 18 años, lo acompañara su esposa. La apartaron y le dispararon hasta asegurarse de que estuviese muerto. Huyeron, como todos los asesinos, en un vehículo. Ninguno de los testigos se atrevió a seguirlo.
A la Policía le notificaron ayer, a las 7.00 de la noche, el cadáver permanecía en una residencia de la urbanización San Ignacio del municipio Santa Rita.
Sulbarán y su familia estaban de visita, residen en Escuque, Trujillo, viajaron a pasarse unos días con sus parientes y sus enemigos lo cazaron y lo mataron. El crimen se investiga como una venganza, detalló un oficial.