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Fanny recorre los pasillos del mercado de Altos de Jalisco en busca de unas “verduritas” para el almuerzo. Al enterarse que un grupo de reporteros se encuentra en el sitio, de inmediato busca con quién hablar. Su cuerpo no muestra las “dolencias” que lleva consigo, pero su mirada “perdida” y el tono de su voz, demuestra la “infelicidad” y “preocupación” que la embarga.
Mientras que la señora, de 62 años, que se “siente de 90”, lamenta la situación, su postura corporal va cambiando. Rojas tiene psoriasis, una enfermedad en la piel que causa inflamación y el desprendimiento y pérdida de la capa superficial de la epidermis. Esto le ocasiona picazón y dolor en sus codos, rodillas, piernas y espalda, además de una artritis crónica, la cual desde hace ocho meses ve cómo empeora, puesto que no recibe el tratamiento que le suministraba la Farmacia de Alto Costo del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales.
Según ella, va “como el cangrejo, de adelante para atrás” y no obtiene respuestas. “Casi todos los días me llevan al hospital porque no aguanto el dolor en los huesos. Los míos son de cristal y me deben inyectar dos veces para poder aguantar tanto”. Recuerda que duró seis años en silla de ruedas y no quiere volver a llegar a ese estado.
“Se me van más de 300 mil bolívares mensuales en medicinas y solo recibo la pensión de mi esposo que murió”, indicó la anciana.
Desde el alma
Mientras que la dama avanza en el relato de su historia, llora, su tono de voz se corta y al mismo tiempo que hace gestos de ahogado. “Estoy desesperada. En la farmacia solo me dicen que llegarán las medicinas cuando suba el petróleo. No quiero que se agrave esta enfermedad tan horrible, ya duré 20 años de sufrimiento. Es preferible tener cáncer. Quiero recibir mi tratamiento, pero es muy caro”.
Rojas reitera que ni haciendo bingo puede reunir el dinero para las medicinas que necesita hasta que se muera. “Gracias al tratamiento estuve mejor. Prefiero morirme antes que volver a recaer. Empezaron de nuevo los síntomas y aunque el humira, no sea mi cura, me permite vivir mejor. Tenía nueve años con ese tratamiento”.
Mientras seca sus ojos, asegura que sus amigas la botan de sus casas porque “está desangrando a Chávez y a Maduro con ese tratamiento”. Antes de finalizar, debe recibir ayuda y llevada hasta su casa con la tensión baja.
Francisco Valencia, director de la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida), explicó que las farmacias del Seguro Social tienen entre sus pacientes a personas con más de 30 patologías, y desde agosto del año pasado no se hacen compras de la mayoría de sus medicamentos, situación que ocasiona que muchas personas no puedan cumplir los tratamientos y se registren decesos.