Adiós Fapuv, adiós al aumento salarial

Yo fui de la minoría, de la minoría presente (ya que somos aproximadamente cinco mil los profesores que tiene contratados LUZ), que voté por mantener suspendida la docencia

“Acuérdate de conservar en las adversidades un espíritu imperturbable”. Cómo me ha costado seguir ésta premisa luego del recule de la Fapuv y la APUZ en nuestra lucha por un salario digno y justo. La fatídica historia del año 2013 volvió a repetirse, y lo que es más sorprendente, sin apenas variación y con los mismos actores. Cuando confluyen en una misma dirección los Rectores y Decanos, los directivos de la Fapuv y el Ministro de la Educación Superior hablando un mismo lenguaje sobre lo conveniente de volver a la “normalidad” es bien difícil que la masa profesoral les contradiga.   

En una Asamblea (APUZ) de no más de 200 personas cuando mucho, 127 votos decidieron la reincorporación “simbólica” a nuestras tareas docentes. Yo fui de la minoría, de la minoría presente (ya que somos aproximadamente cinco mil los profesores que tiene contratados LUZ), que voté por mantener suspendida la docencia. Y no tanto porque me guste tener a los estudiantes en sus casas, sino porque ese fue el camino que decidimos las bases profesorales adoptar hace tres meses atrás como medida de presión para negociar con posibilidades de victoria con un régimen anti-universitario y que nos había impuesto unas tablas salariales a su medida e insuficientes.

No le tengo miedo a perder, en cambio sí a traicionar mis convicciones. En estos últimos 10 años los docentes universitarios hemos recibido un atentado sin precedentes a nuestros estilos de vida. No nos alcanza el salario y nuestro desempeño laboral se ha precarizado.  No concibo haber hecho un sacrificio tan grande y rendir las armas a cambio de nada o muy poco. En lo personal, tengo un hijo que estudia Arquitectura y que perdió tres meses, un semestre prácticamente, porque creyó en las razones justas de nuestra lucha. 

Hace dos semanas atrás la Fapuv propuso un referéndum consultivo en donde nueve mil docentes a nivel nacional respaldaron la permanencia y vigencia de la protesta por la defensa del salario. Y de repente, hubo un cambio de señales, sorpresivo: una “modificación de la estrategia”. 15 votos de la Junta Directiva de la Fapuv pulverizaron los nueve mil que se habían obtenido. Este mar de incongruencias tiene a más de un docente confundido, frustrado y molesto. 

¿Qué el conflicto había llegado a un punto muerto? No me lo creo. Por el contrario, luego de tanto ninguneo a la Fapuv ahora resurgía esta como un indispensable interlocutor para avanzar en la resolución del conflicto ante un patrono inescrupuloso y de poco confiar. Con el 6-D a la vuelta de la esquina y el asueto navideño inminente, lo sensato era esperar esos escenarios y evaluar en frío lo más conveniente de acuerdo al objetivo trazado: la revisión de las tablas salariales. 

A partir de ahora ya no valen ni los lamentos ni la sospecha de aventurarnos a otro conflicto. Nuestra credibilidad se puso en cero. Ni ganamos el aumento salarial al cual aspirábamos, con toda la legitimidad del caso, ni la Universidad Autónoma es más libre y funcional. Las renuncias de profesores seguirán creciendo, la OPSU decretó la masificación derogando nuestra política de ingreso y nos seguirán impidiendo llevar a cabo nuestras elecciones. A la Fapuv sólo me resta desearles lo mejor. Sólo les recordaré cuando no me alcance mi salario.

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