Delincuencia juvenil revolucionaria

La delincuencia juvenil, en los últimos 16 años, ha aumentado de forma alarmante, pasando a ser un problema que cada vez genera mayor preocupación social

La delincuencia juvenil es un fenómeno social que pone en riesgo la seguridad pública de la sociedad, así mismo va contra las buenas costumbres ya establecidas. La delincuencia juvenil, en los últimos 16 años, ha aumentado de forma alarmante, pasando a ser un problema que cada vez genera mayor preocupación social, tanto por su incremento cuantitativo, como por su progresividad cualitativa. La delincuencia juvenil se ubica, dentro de un contexto social caracterizado por grupos familiares ubicados dentro de niveles de pobreza, desempleo, narcotráfico, concentración urbana, baja escolaridad o analfabetismo, agresiones sexuales y desintegración familiar.

A estos grupos sociales se le negaron todos los derechos humanos, como el derecho a la vida, a la salud, a la educación y a la vivienda, en fin, el derecho al desarrollo. La Unicef, en su último estudio (marzo 2015), ha dado cifras que alarman, y dice entre otras consideraciones, lo siguiente: “En Venezuela, la pobreza afecta de forma más intensa a los menores de 18 años; mientras la población total sufre un nivel de pobreza de 56,6 por ciento, la pobreza entre menores de 18 años alcanza la alarmante cifra de 71,8 por ciento. Existen alrededor de seis millones de menores de 18 años en situación de pobreza, de los cuales cerca de tres millones se encuentran en situación crítica”. El mismo estudio señala que el 35.2 por ciento de los niños entre seis y 12 años no asiste a la escuela por razones económicas y se duplican estos números en estudiantes de bachillerato.

De de cada 10 delitos, ocho son cometidos por jóvenes entre 15 y 25 años; se formaron con el régimen, a la llegada del difunto tenían entre cero y seis años. El asesino de Mónica Spear, de su esposo y autor de otros delitos, más claro no pudo ser en sus declaraciones a los medios; no tiene ningún arrepentimiento por lo realizado y además se considera un miembro activo del partido de Gobierno; lo que detalla la condena recibida: cuatro años por la muerte de dos personas.

El discurso del “comandante eternamente enterrado” (dijo, en una de sus tantas peroratas: que había que salir a robar si no se tenía nada para comer) del engendro heredero, y las condiciones socioeconómicas deprimentes, propiciaron esta generación de “delincuentes juveniles revolucionarios”.        

 

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