Desaparecen los regulados, pero no las colas en el sur

En los supermercados de San Francisco las personas siguen haciendo colas para poder acceder a algu00fan producto de la dieta bu00e1sica. (Foto: Josu00e9 Gil)

El decreto 199 de la Alcaldía de San Francisco no ha podido acabar con las colas en los supermercados del municipio. La necesidad impulsa a los usuarios a buscar “lo que encuentren”, así no sea a precios controlados

En San Francisco, municipio modelo en la distribución de productos regulados al aplicar el decreto municipal 199, que declaró “la guerra en nombre de la tranquilidad de esta ciudad al ‘bachaqueo’, no solo al que hace la cola, sino a todo el que forme parte de ese sistema”, según aseguró Omar Prieto, alcalde. A pesar de esto persisten las colas. Están en los mismos supermercados de los que se retiran los productos regulados para los CLAP.

A las afueras de los establecimientos se forman los compradores. “Hay de todo” en las colas, comentó un trabajador de seguridad al cuestionar a la Alcaldía de San Francisco por dejar sin alimentos baratos a los clientes de los súper. 

La población llega cuando ven descargar camiones con productos al supermercado. De las unidades bajan bultos de arroz con fórmulas premium, presentaciones con precios justos de 980 bolívares el kilo, que no son los regulados a Bs. 120 y cereal de mesa blanco, los rubros buscados por los consumidores ante la escasez de alimentos en la región.

Arsenio Núñez, comprador, acusó la indolencia de las autoridades en las necesidades de las familias. Mostrando sus muletas y la amputación de la pierna derecha criticó que en Negro Primero no llega la bolsa de los CLAP y las familias tienen necesidad de hacer cola por lo poco exhibido en las tiendas. “La semana pasada venía una bolsa pero la desviaron para La Coromoto”, reclamó.

Edgar Aro, desempleado, continuó la queja de Núñez. “Los CLAP eliminarían las colas, y ahora (hay) más colas”. Dos kilos de arroz y un aceite de soya rondaba los cinco mil bolívares, monto cercano a la bolsa ofrecida y esperada, que nunca llegó a una vereda de Los Cortijos. “Eso no puede ser, es un desastre. Están acabando con el pueblo”.

En otro establecimiento, Zoraida Bohórquez, ama de casa, aseguró que las colas no desaparecerán. Sí que “camina más rápido”. Y es que adentro de la tienda funcionan las cajas instaladas. Se forman porque “están todos juntos”, embarazadas, discapacitados, jóvenes. “Cuando llega el producto todo el mundo quiere”.

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