Otra
Este viernes, 11 de noviembre, se reinicia lo que conceptualmente se ha dado en llamar el diálogo por la paz entre el régimen que destruye a Venezuela y la oposición representada por la Mesa de la Unidad Democrática, con la intermediación de un enviado especial del papa Francisco y la Unasur.
Digo conceptual porque entre los dos dialogantes hay uno que tiene mucho que dar si en verdad tiene la firme intención de buscar la paz de la nación, que es el Gobierno, y otro que lo único que tiene que hacer es solicitar acciones que redunden en beneficio del país, de la democracia y, finalmente, de los venezolanos.
Este humilde cronista tiene la percepción que el régimen solo ha permitido el inicio de este diálogo y satisfecho la exigencia de la MUD de demandar la presencia de un enviado del Vaticano, para ganar tiempo.
La oposición reclama la independencia de los órganos del poder público, padroteados desde Miraflores, con la excepción de la Asamblea Nacional. Exige la libertad total de los presos políticos, el regreso al cronograma electoral pisoteado por el CNE, para que se realicen el revocatorio presidencial y las elecciones de gobernadores.
Pero también acepta la convocatoria a elecciones generales, incluida la Asamblea Nacional que apenas llega a 10 meses de haber sido electa mayoritariamente por el pueblo venezolano, poniéndole una papa caliente en las manos al régimen.
Otra exigencia muy importante, entre tantas, es la imperante necesidad que tiene la nación de que el régimen de Maduro acepte la ayuda humanitaria internacional, que sólo está a la espera que se cumpla ese protocolo para que lleguen a nuestro país alimentos, medicinas e insumos y equipos médicos que alivien la grave situación que vive el pueblo que pasa hambre y se muere de mengua en los hospitales.
El partido Acción Democrática ha sido concluyente en sus apreciaciones sobre el diálogo y en un comunicado emitido a la nación el pasado 5 de noviembre exige al régimen de Maduro que prive la sensatez y la sindéresis del Gobierno para poder continuar el diálogo civilizadamente y abordar los temas más álgidos de la crisis política, económica y social que vive la República, que pasa por “priorizar la crisis de abastecimiento de comida y medicinas y se debe aceptar la existencia de dicha crisis humanitaria para que puedan llegar con urgencia al país los alimentos y medicinas que requieren nuestros compatriotas de menos recursos. El régimen tiene la pelota en su terreno.