Diálogo sí, pero sin el Gobierno

Necesitamos reencontrarnos como país, como nación, como pueblo; mientras no haya identidad nacional, los gobernantes continuarán en su país paradisíaco, donde instituciones y riquezas del Estado son tentáculos y alcancías de una élite indolente

Lo primero que debemos tener en cuenta es que el chavismo aún permanece en el poder burlando toda constitucionalidad y preceptos democráticos. Ha sorteado protestas, revocatorios y demás procesos electorales, amparado en el secuestro institucional, dependiente de todo tipo de violencia propiciada y permisada por el mismo. En estas condiciones no puede ser interlocutor, menos cuando de restablecimiento del hilo constitucional y democrático estamos hablando.

El Gobierno fue el que mató la vía democrática cuando desde 2015 supo que no había forma ni manera limpia de ganar elecciones, desde entonces las manipula a placer; la mató cuando se ha encargado de reprimir, inhabilitar, perseguir y apresar líderes de partidos opositores, así como disidencias populares, incluso lo hace en época de presuntos “diálogos”. La evasión paralegal del revocatorio, la imposición a sangre y lágrimas de una conjeturada Constituyente, así como unas presidenciales prefabricadas son muestra tajante que poco o nada le interesa el bienestar ni opinión del pueblo, sí aún tiene dudas acuérdese de Chávez, quien tardó pocas semanas para hacer ley todo el proyecto país que rechazó el pueblo en la reforma de 2007.

Venezuela está gobernada por un nepotismo devaluado, donde nos gobiernan primos, hermanos, camarillas cercanas a una élite cívico-militar, el precio ha sido extremadamente alto: desidia, corrupción y despilfarro con arraigo global, si desea pruebas basta observar las numerosas denuncias de corrupción internacional, vinculadas a figuras rojas rojitas, también la quiebra de PDVSA, la cual hace 20 años era la tercera petrolera del mundo, en constante crecimiento, hoy con riesgo de ser embargada o ser vendida a chinos, rusos o demás cómplices internacionales del régimen.

El régimen ha jugado dividir la oposición, a sembrar dudas, intriga, cizaña, en lo cual ha tenido rotundo éxito, así como la violencia y el secuestro institucional le ha dado sus frutos, la división de la oposición le ha significado un fructífero árbol, tanto que aún de su pútrida gestión, el empeoramiento de todo lo que estaba malo y el surgimiento de problemáticas mucho peores, no se vislumbra un líder opositor capaz de amalgamar semejante descontento, desde luego, los errores propios de la oposición también le han favorecido.

¿Es necesario un diálogo? Por supuesto que sí, pero entre venezolanos, entre trabajadores y demás gremios, empresarios, universidades, políticos, en fin, el pueblo debe ponerse de acuerdo para poder definir estrategias, concertar un liderazgo que sobrepase las barreras partidistas y le dé un baño de legitimidad, de asertividad, un rostro reconocible a la lucha contra el peor de todos los gobiernos desde que Venezuela se libró del yugo español.

Necesitamos reencontrarnos como país, como nación, como pueblo; mientras no haya identidad nacional, los gobernantes continuarán en su país paradisíaco, donde instituciones y riquezas del Estado son tentáculos y alcancías de una élite indolente. Que haya diálogo entre trabajadores y empresarios, entre profesores y alumnos, entre enfermeras, médicos, mecánicos, carpinteros, albañiles y todo cuanto sea pueblo; un diálogo abierto, sin tapujos, que permita planificarse a los Juan Bimbas contra sus verdaderos enemigos. 

 

 

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