Estamos en un punto en donde todos debemos hacer esfuerzos por deslastrarnos de personalismos, y sentarnos sin mezquindades a promover una única y sólida estrategia que obligue al régimen a ir a unas elecciones libres y justas como ya lo entendió los EEUU
Se ha consumado lo que las voces en el desierto veníamos predicando, otro final hubiese sido una sorpresa, han pasado 20 años de un libreto que se repite constantemente en donde el régimen gubernamental venezolano asesorado por el régimen cubano, quienes con su experiencia de más de 60 años en el poder, aprendieron a usar los sentimientos de odio y división como armas políticas para penetrar las sociedades y dominarlas, práctica aprendida del comunismo de la Unión Soviética, que a pesar de haber fracasado en los años 80 hoy junto al modelo chino vuelven a ser una referencia mundial.
La estrategia de odio y confrontación lamentablemente también penetró nuestra dirigencia política opositora, encargada de develarla y enfrentarla, sucumbió a la tentación de alcanzar el poder con las mismas armas que las usadas por su enemigo, incomprensiblemente contrario a los valores democráticos que representan o que dicen representar, frente a un régimen carente de estas.
Sorprende más aún que hayan seleccionado la estrategia del “todo o nada” sobre la base de la confrontación y odio, siendo estas armas políticas de un régimen que ellos mismos denuncian dictatorial, es incomprensible que teniendo un historial de lucha de 20 años, con éxitos parciales o totales de obtención del poder a través de la unidad electoral, insistan en vías engañosas provocadas por el mismo régimen cuyo único resultado ha sido la oxigenación de este último que siendo incapaz de ejercer un buen gobierno solo le queda el uso de estas artimañas para seguir en el poder.
Quien dice ser demócrata no puede actuar de manera distinta, así sea un camino largo este es el camino, hacer lo contrario es traicionar los principios en los que se cree, lo que indefectiblemente terminará en fracaso, la democracia se construye con más democracia y para eso es requisito indispensable el compromiso con ella, coquetear con soluciones distintas es peligroso y contraproducente, el arma de los demócratas es la consulta popular y más aún si se vive en dictadura.
Elecciones libres y justas es la única consigna que tiene un pueblo civilizado con aspiraciones a cambios en paz, nada asusta más a un dictador que exigirle que se someta a la voluntad popular, por cientos de veces que este haga trampa, tarde o temprano caerá, así nos lo recuerda la historia una y otra vez, evidentemente siempre habrán otros factores que serán determinantes en la caída de estos regímenes totalitarios, pero las condiciones solo son posibles crearlas a través de una sociedad civil, que se organiza en torno a lo único que puede hacer, que es el persistente reclamo unisonó de libertad y democracia, otros caminos estarán plagados de muerte, sangre y destrucción, en donde habrán triunfos parciales pero nunca una victoria definitiva.
Estamos en un punto en donde todos debemos hacer esfuerzos por deslastrarnos de personalismos, y sentarnos sin mezquindades a promover una única y sólida estrategia que obligue al régimen a ir a unas elecciones libres y justas como ya lo entendió los EEUU; ahora falta que lo internalice y asuma nuestra dirigencia política, que debe ir más allá de los cuatro o cinco partidos que dicen ser los representantes de la oposición, es aquí donde debe comenzar el cese de la usurpación, el nuevo frente opositor deberá ser abierto e incluyente, y abogar por unas elecciones abiertas en donde todo ciudadano tenga derecho a participar, sin coacción, chantaje y sin el filtro manipulador de las cúpulas partidistas, después de eso sabremos quiénes son los verdaderos líderes opositores, genuinos y legítimos representantes del poder popular capaces de derrotar un régimen antidemocrático y manipulador.