En busca del pernil perdido

 Al pasar frente a un mercado, carnicería o expendio de víveres, muchos sentimos el apremiante deseo de adquirir esta parte privilegiada del cerdo 

 

El más optimista de los venezolanos, se preguntará en qué parte del mundo, lo más seguro importado de Cuba, Bolivia o Nicaragua, estará el pernil de estas Navidades. Al pasar frente a un mercado, carnicería o expendio de víveres, muchos sentimos el apremiante deseo de adquirir esta parte privilegiada del cerdo y por consiguiente de  preparar un sabroso muslito al horno que nos haga revivir por instantes el recuerdo dichoso de sentir que éramos felices y no lo sabíamos.

Haciendo un poco de historia, mi padre llegaba del Sur del Lago de Maracaibo con los plátanos, harina de maíz y las gallinas para las hallacas, mi hermano Henry desde El Vigía en Mérida, venía cargado de quesos, aceitunas y especias como onoto y vino para condimentar los guisos. La  torta negra y el dulce de lechosa, protagonistas destacados de la mesa de Año Nuevo era responsabilidad de mi hermana Celia Carolina, casi siempre por estos  lados de Dios, cerca de Mara y Páez, se conseguía el pernil a precios accesibles, hoy no se consigue en ningún lado y los costos son inalcanzables entre mil y mil 400 bolívares.

La gastronomía navideña venezolana original y sencilla sin refinamientos excéntricos ha sufrido una transformación descomunal, a falta de pernil se ofrece cochino deshuesado de diferentes partes del animal en 950 el kilo; el kilo de carne de res está en mil 200 bolívares. El pollo aumentó de octubre a noviembre de 450 y 540 bolívares al precio único de 800 bolívares el kilo, mientras que la gallina pasó de 600 a 900 bolívares. El kilo de tocino está en 400 bolívares. Ahora preparar  aproximadamente 50 tradicionales hallacas cuesta alrededor de 15 mil bolívares y cada una se puede conseguir entre 300 y 400, haciéndolas muy sencillitas.

Hemos pasado de una cena navideña con calidad y cantidad para satisfacer paladares modestos y exigentes a una comida vulgar, cautiva y deshumanizada, contraria al grado de civilización alcanzado, debido a los extremos gubernamentales, vituperables, divorciados irreconciliablemente con la racionalidad política al momento de tomar decisiones económicas y sociales. Nada es tan despreciable para una población como la escasez de alimentos. Ni nada tan lamentable y desgarrador  como andar buscando nuestro pernil de noche buena y no encontrarlo. Gracias a Dios que a cada cochino gordo le llega su sábado.  

Visited 1 times, 1 visit(s) today