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Las calles de Venezuela son recorridas a diario por un grupo de personas cuyas únicas “armas” son una libreta, lapicero, cámara, micrófono e ideas, cuyo objetivo es buscar las historias que se ocultan trasbastidores y darle voz a quienes no la tienen. Algunos cumplen sus labores en vestidos y trajes, otros con un “moñete” y unas botas que no “dan para más”.
La sociedad tiene distintos puntos de vista con respecto a estos personajes que dan vida a la televisión, radio, medios impresos y digitales. Para algunos son seres adinerados, poderoso y distantes mientras que para otros son personas de carne y hueso con las mismas necesidades y problemas, con la diferencia de que tienen la posibilidad de sacar a relucir algunas de esas situaciones que los aquejan.
Para Ricaurte García, un trabajador público de 52 años, los periodistas son un ejemplo, que gracias a su inteligencia y ecuanimidad permiten conocer la realidad a pesar de que son “castigados” por el Gobierno, situación que no les permite realizar “dignamente” su trabajo. “Son como nosotros y atienden nuestras necesidades. Muchos vienen de abajo y lucharon mucho para estar donde están. Su rol es hermoso y a pesar de que no todos son ejemplo, tenemos que apoyar a quienes sí lo son”.
Desconectados
Aura Vázquez, comerciante informal, dice que los comunicadores son fundamentales porque tienen que estar en todo y darle espacio a todo, sin embargo, los siente distante y solo los ve cuando pasa algo puntual. “No los veo donde está el hambre y tanta miseria. Hay de todo un poco, pero muchos perdieron su esencia por el dinero. Los defino como los profesionales ausentes porque estudian para formarse más no para servir”.
El oficio es “arriesgado” debido a la situación que atraviesa el país y el estar a diario con la gente le permite estar al tanto de la realidad, dijo Edith Perozo, residente de Ciudad Ojeda, quien no los considera ricos ni poderosos. “Deben de tener conocimientos en muchas cosas, aunque también, pueden equivocarse. La fortaleza más grande que tienen es que buscan decir la verdad y documentar todo su entorno que por ende es el de nosotros”.
Omar Árraga, oficial jubilado de la Policía, consideró que las autoridades atacan a quienes se dedican a las labores de informar porque temen que se publique lo que ocurre. “Antes la orden era resguardarlos y con 53 años de servicio jamás vi una cosa como esta. La mayoría son de a pie y muchos trabajan duro para salir adelante por lo que debemos respaldarlos, apoyarlos y respetarlos”.