viernes, enero 31, 2025
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Esperanza 2017

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No dejemos pasar estos días sin pensar en ello y asumamos el 2017 con la seguridad que nuestra esperanza inspirará las acciones de un cambio individual y colectivo. ¡Todos lo merecemos! Nos veremos en enero, listos para el combate por un mundo mejor

Es difícil generar un mensaje de esperanza para el próximo año, en medio de las dificultades que reinan en Venezuela y conocidas o padecidas por todos, independientemente de la posición económica, social y política. Todos nos hemos visto afectados, especialmente las clases más necesitadas y cada uno desde su posición, ha visto perjudicada su calidad de vida, su relación con los semejantes y ha “endurecido” su corazón con respecto al prójimo a quien ahora vemos como adversario y hasta enemigo y nos llenamos de malas noticias, pensamos lo más catastrófico y trágico y nos olvidamos de necesaria esperanza que es innata a nuestra condición de seres humanos.

La esperanza es una virtud teologal por la que aspiramos a algo mejor.  El catecismo de la Iglesia católica insiste que este algo mejor es el reino de los cielos y nos exhorta a poner esa confianza en las promesas de Cristo (1817). Yo agregaría que la esperanza, como la necesitamos hoy, implica la lucha por algo mejor y la necesidad de traducir el reino de Dios en un poco más de felicidad en la tierra, así esté destruida y en las condiciones de las ciudades saqueadas como algunas que nos han quedado al cierre de este 2016. Esperanza es un sueño, pero debe traducirse en nuestra propia acción, como hombres y mujeres responsables de nuestro destino y del impacto que podemos causar en nuestros semejantes.   

La esperanza debe estar en el corazón de todo hombre, sea de la creencia que sea y de cualquier partido o militancia política. La esperanza debe inspirar las actividades de los hombres y mujeres de bien. Nos protege del desaliento. Nos debe preservar del egoísmo y nos conduce a la dicha de la caridad. Cuando rezamos al Padrenuestro, hacemos como cristianos, un resumen de nuestra esperanza. Y que distinto sería el mundo, si todos luchamos y conseguimos lo que nos dice esa legendaria y sabia oración catolica. 

Cada uno de nosotros estamos obligados a renovar en esta época de Navidad, el concepto interior de nuestra propia esperanza. No dejemos pasar estos días sin pensar en ello y asumamos el 2017 con la seguridad que nuestra esperanza inspirará las acciones de un cambio individual y colectivo. ¡Todos lo merecemos! Nos veremos en enero, listos para el combate por un mundo mejor. 

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