Nuestros
Las cosas que suceden en Venezuela, se cuentan y no se creen, la imaginación de los visitantes extranjeros, no da pa’ tanto, únicamente los residentes, los que día a día vivimos las terribles consecuencias de un modelo económico empobrecedor y “hambreador”, podemos dar testimonio de estos insólitos eventos.
El fin de semana pasado, sucedió un acontecimiento inédito, de pronto la gente momentáneamente se olvidó de la crisis, bien sea, por el inicio de la Navidad o por el adelanto de utilidades que, ciertamente originó un aumento del circulante en la calle. Por un lado, nuestros pequeños comerciantes por fin vieron la oportunidad de vender algo más que uno o dos productos, animados y esperanzados exhibieron sus mejores mercancías y, por el otro, un público ansioso a las puertas de los centros comerciales, dispuesto a comprar.
Sin embargo, pese a la buena voluntad de las partes, cuando llegó la hora de pagar, la repuesta fue, “lo siento, el punto no pasa”, una tras otra fueron rechazadas las tarjetas, pero, aún así, el público se embarcó en una misión imposible, conseguir el efectivo. Sacarlo de un cajero automático, no valía la pena, pues solo dispensan hasta seis mil bolívares, por lo tanto, la mejor alternativa era retirarlo de una institución bancaria, pero, después de hacer una enorme cola, como si se tratara de una broma de mal gusto, el cajero les notificaba: “Solo podemos pagar hasta 10 mil bolívares.
Los días pasan y el problema con los puntos de venta aún persiste, solo una escueta declaración sobre un supuesto “ataque cibernético del espacio exterior” es lo que se conoce de fuentes oficiales; mientras que la oportunidad de vender y recuperarse de los meses de sequía se desvanece, así como la esperanza de los pequeños comerciantes formalizados, que seguramente bajarán sus santamarías para siempre.
La gran misión del régimen antidemocrático de Maduro-Cabello es, sin lugar a dudas, hacernos cada día más pobres, infelices y miserables, pero lo triste del caso es que lo están logrando, con el concurso de las llamadas fuerzas opositoras que parecen o se comportan como un apéndice de la revolución o más bien, como una partida de borrachos peleándose por una botella vacía.