El desabastecimiento de los productos fundamentales para la dieta diaria cada vez se acentúa más y lo poco que se logra conseguir cuesta un “ojo de la cara” ya que la inflación corroe en incrementos decrecientes, el mísero salario que se obtiene de una relación de trabajo
¿Hasta cuándo aguantaremos los venezolanos esta situación de desmadre en el cuál vivimos? La realidad venezolana es dantesca, dramática, espeluznante y además está llena de una total impotencia del ciudadano ante lo que ocurre a su alrededor; lo digo porque está relacionada, con el hambre, la miseria y por ende de la “muerte”.
Nuestro pueblo se está muriendo de hambre, en 18 años de gestión comunista y ahora con el engendro mucho más, solo se realiza una sola sentada en la mesa y no todos los días. El desabastecimiento de los productos fundamentales para la dieta diaria cada vez se acentúa más y lo poco que se logra conseguir cuesta un “ojo de la cara” ya que la inflación corroe en incrementos decrecientes, el mísero salario que se obtiene de una relación de trabajo.
Los venezolanos, según el Cendas, necesitan para poder satisfacer de manera mínima sus necesidades familiares la cantidad de 225 millones 950 mil bolívares (72$ paralelo, que rige la economía venezolana) y un 80 % de los trabajadores del país solo detenta un salario (según el reciente aumento) de cinco millones 220 mil bolívares (1,75$). Esto demuestra, que nuestras carencias se radicalizarán y el hambre además de convertirnos en miserables nos llevará de manera inevitable a la muerte.
Nuestros niños se están muriendo en los centros de atención pública por desnutrición y por no haber en los mismos los medicamentos que puedan evitarlo, Los “pobres viejitos” engañados y manipulados a conciencia por el “comandante eternamente enterrado”, no consiguen aliento de vida cuando les pagan los emolumentos correspondientes de la pensión; además de la protesta que tienen que hacer cada vez que acuden a una entidad bancaria para el pago en “efectivo”.
La muerte no puede ser la filosofía de acción de un Gobierno en cualquier parte del mundo; en Venezuela lo es; de allí la necesidad de cambios para consolidar a la “vida” como un deseo insoslayable de desarrollo y de progreso. Ante esta insolente gestión del engendro y del comunismo, tenemos el sagrado deber de decir ¡basta ya! Y romper con furia esa “figura” de aguante, que desdice mucho del carácter libertario que siempre hemos tenido los venezolanos; es la hora de los venezolanos para romper las cadenas de dominación impuesta por los cubanos en nuestra sociedad.