Héctor R. Rojas: Un científico que desafió a la NASA

A fines de 1974 Rojas envía carta a la Casa Blanca, solicitando al Presidente Gerald Ford una entrevista, con el propósito de presentar sus propuestas de cooperación bilateral en el ámbito de la Ciencia y la Tecnología. En julio de 1975 el Departamento de Estado americano dio respuesta a su carta

El doctor Rojas desde la NASA pudo participar también en las misiones del Apolo 12,13, 14 y 15. De esas cuatro misiones, tres exploraron nuevas zonas lunares, con excepción del Apolo 13, que fracasó en su objetivo cuatro días después, salvándose sus tripulantes. El científico dejó su trabajo en la agencia espacial norteamericana en 1971 y regresó a Venezuela estableciéndose en el hogar de su madre en Maracay, estado Aragua. 

Fue invitado a trabajar como asesor cultural del Ministerio de Educación durante el primer gobierno del doctor Rafael Caldera, quien siempre reconoció los méritos del científico. La vigilancia sobre él era notoria. Tenía asignado vehículo oficial y escoltas para su protección. Todo ello era la consecuencia del trabajo científico del astrofísico, con aplicaciones en el campo militar, que el doctor Rojas había realizado para la agencia espacial norteamericana. 

Conocía información de alto valor científico pero también militar. Ese año el Presidente Caldera le pidió al científico viajar a la Unión Soviética en misión secreta hasta la fecha que aceptó por su respeto al primer mandatario, a pesar de las implicaciones que ello podría tener en sus vínculos con el Gobierno norteamericano. Los historiadores de hoy deberían investigar sobre el objeto de esta misión, permanencia y actividades de Rojas en la Unión Soviética.

A fines de 1974 Rojas envía carta a la Casa Blanca, solicitando al Presidente Gerald Ford una entrevista, con el propósito de presentar sus propuestas de cooperación bilateral en el ámbito de la Ciencia y la Tecnología. En julio de 1975 el Departamento de Estado americano dio respuesta a su carta. Se le autorizaba para abordar un avión militar norteamericano con destino a Washington DC. Fue su último viaje a EEUU. Debía entrevistarse con Addison E. Richmond, comisionado especial de H. Kissinger, para escuchar las propuestas de cooperación científica y tecnológica que quería hacer aquel hombre de ciencia. 

De lo conversado debía informársele al Secretario de Estado. En julio de 1975 había comenzado la era de cooperación espacial entre EEUU y la Unión Soviética, aunque con mucho recelo. Se puso en marcha el programa conjunto Apolo Soyuz, para beneficio de la humanidad. Muchos norteamericanos percibían este acercamiento con los comunistas como una amenaza a la seguridad y defensa de EEUU. Rojas deseaba impulsar un intercambio cultural entre EEUU y Venezuela, con la participación de Europa, dada su relación con Francia y sus vínculos con España.

Sin embargo, en su fuero interno intuía el riesgo que corría al proponer cosas que podrían disgustar y no convenir a los norteamericanos. Al parecer su propuesta fue mal recibida y casi sonó a traición para sus interlocutores: ¿Quién era ese científico extranjero para atreverse a contar los secretos que conocía del programa espacial estadounidense? Había que tener presente que la Guerra Fría estaba en su apogeo, y el juego mortal era prepararse para destruir al contrario, antes de que éste pudiera reaccionar y lanzar un ataque nuclear masivo. El Programa Apolo Soyuz, antes que ponerle fin a la Guerra Fría, más bien había confirmado la rivalidad entre las dos grandes potencias.

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