El parque Vereda del Lago se convierte en el lugar preferido de los niños para desfilar sus disfraces de Carnaval
No importó el sol, lo primordial era salir a lucir el disfraz de Carnaval que mamá o papa compró, recibió o como ocurre en los últimostiempos confeccionó. Los juegos, las risas y la representación del personaje que vestían los más pequeños de la casa contagiaban de alegría a la más seria de las personas.
La Vereda del Lago sirvió de pasarela para lucir todo el colorido típico de los carnavales. Los parques infantiles estaban llenos de infantes que subían hasta lo más alto para luego deslizarse por los toboganes hasta abajo. La edad no importaba, pues los más pequeños eran ayudados por sus hermanos mayores o padres.
La experiencia sirvió para dejar atrás, al menos por un rato, los problemas que enfrentan los marabinos, y venezolanos en general, todos los días. La idea era que los niños disfrutaran de los disfraces, juegos, las carreras y el viento que el estuario marabino ofrece en sus orillas.