La economía del conocimiento

Venezuela se diluye en discusiones estériles y espera impaciente el incremento de precios del barril petrolero, para continuar el festín de la distribución de los ingresos

Mientras las naciones desarrolladas se preocupan por preparar a sus sociedades y afrontar los retos de la economía del conocimiento, Venezuela se diluye en discusiones estériles y espera impaciente el incremento de precios del barril petrolero, para continuar el festín de la distribución de los ingresos y el saqueo insaciable de las arcas públicas. 

Se pierde la oportunidad histórica de preparar institucionalmente a la sociedad venezolana para realizar una transición modernizadora, de una nación con un modelo basado en los  ingresos de materias primas y la distribución de la “mal llamada riqueza petrolera”, por un país fundamentado en el trabajo productivo y  un sistema educativo de calidad. 

Sin embargo, escribía recientemente el periodista, Andrés Oppenheimer, “Sudamérica no invirtió en los últimos años en prepararse para competir en la nueva economía del conocimiento. La región se olvidó de mejorar sus estándares educativos, y de hacerse más competitiva en ciencia, tecnología e innovación. El gasto promedio en investigación y desarrollo es de apenas el 0.5 por ciento de su Producto Interno Bruto, en comparación con el cuatro por ciento  de Israel y Finlandia…” Las naciones latinoamericanas “están en los últimos lugares en las pruebas internacionales PISA de estudiantes, y juntos -sí, entre todos- producen alrededor de cinco por ciento de las patentes internacionales registradas por Corea del Sur, según cifras de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos”.

En los últimos años, Venezuela  se ha enfrascado en una lucha política, estéril e inútil, que ha funcionado como una especie de camisa de fuerza para evitar su movilidad hacia una economía más competitiva y productiva. Las universidades languidecen en medio de una crisis que impide mantener patrones de excelencia académica y la formación de los cuadros profesionales y de investigadores de primera línea, capaces de afrontar los retos marcadas por las tendencias de las sociedades modernas.

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