La historia es implacable

Los resultados del proceso demostraron que Chávez ya no vive y que es un contrasentido mantenerlo embalsamado en medio de la política venezolana

El pasado 6-D los venezolanos mayoritariamente exigieron al régimen imperante un cambio político. Rechazaron la ineficiencia, la corrupción, el abuso y el nepotismo de la gestión gubernamental chavista. Se manifestaron en contra de la agresividad, la polarización política y el irrespeto al pluralismo, que ha caracterizado las relaciones del régimen con la sociedad civil. Le cobraron su falta de diálogo y la prepotencia de creer que siempre tiene la razón. Como lo expresó M. Penfold:  “Los venezolanos no votaron por otra revolución: votaron por un cambio”. Los mismos chavistas castigaron a su liderazgo. 

Los resultados del proceso demostraron que Chávez ya no vive y que es un contrasentido mantenerlo embalsamado en medio de la política venezolana, cuando aun no ha sido juzgado por la historia. Es inaudito que lo sigan poniendo al lado de Bolívar, que es un símbolo de todos los venezolanos. Ante esto, al régimen no le queda otro camino que reinventarse, pues ya no tiene nada material que ofrecer y su liderazgo está desgastado. Los muertos no pueden gobernar y los vivos no han dado la talla. El país les está exigiendo nuevos hombres y sobre todo nuevas políticas públicas para enfrentar la grave situación económica y social que nos agobia. Lo peor para el régimen seria radicalizarse y no negociar ni dialogar con el resto del país. Si no da un salto cualitativo consumirá, aun más, su capital político. 

El régimen debe tener presente aquello de que “el pueblo nunca se equivoca”, pero sí quienes no saben interpretarlo. Después del 6-D plantear estar dispuestos “a encabezar una revolución radical como la del 13 de abril” es muestra de inmadurez; así como “denunciar el plan de guerra imperialista económica contra Venezuela”. Son expresiones vacías, sin sentido práctico decir que “a nivel nacional nos vamos a organizar en asambleas permanentes de calle”; y más insensato aún afirmar que es necesario “acelerar la profundización del socialismo en Venezuela” para “encontrar una pronta salida a la crisis que atraviesa el país”. 

Si el régimen no reconoce sus errores y los rectifica con visión democrática, tendrá los días contados. Los venezolanos se hartaron de la verborrea ideológica y patriotera: ahora quieren soluciones eficaces, eficientes y rápidas a sus problemas. Ojalá el régimen presidido hasta ahora por Maduro, entienda que la historia es implacable.

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