La tolerancia

La tolerancia es la acción excelsa de las personas virtuosas de elevado nivel conciencial. Ghandi en la India logró la independencia de su país con la tolerancia y la no-violencia, al igual que también lo hizo Mandela en la lucha contra el “Apartheid”

Meses atrás por el diario La Verdad, dos articulistas opinaron sobre la tolerancia como virtud ciudadana que permite la convivencia y la paz social. El primero que planteó el tema fue el magíster Billy Gasca, secretario de gobierno regional, señalando que en efecto, como virtud ciudadana -nosotros añadiríamos La Recta Conducta-, uno de los valores humanos más fundamentales y de la cual deriva la tolerancia, es insustituible. El articulista que le ripostó, fue el Dr. Israel Fernández, excelente opinador y buen profesional del Derecho, no contradiciendo al magíster Gasca en modo alguno, sino más bien planteándole muchos otros casos en donde el abuso de poder y el excesivo uso de la fuerza represiva del Estado, a todas luces injusta y desmedida, ¿acaso eso no era una razón más que suficiente para no ser tolerante?

En efecto, la tolerancia es la acción excelsa de las personas virtuosas de elevado nivel conciencial. Ghandi en la India logró la independencia de su país con la tolerancia y la no-violencia, al igual que también lo hizo Mandela en la lucha contra el “Apartheid”.

Todo eso está claro y quien esto opina, suscribe plenamente el planteamiento del magíster Gasca en su mencionado artículo, escrito con altura y buen estilo, sin ofensas ni descalificativos contra nadie, lo cual es señal de buena educación y tolerancia. Pero el planteamiento sigue vivito y coleando: Ante el policía que abusa, el matracador que presiona para la “mordida”, el ladrón que entra de noche a vejar, saquear, e incluso, muchas de las veces a violar a las mujeres, ¿qué nivel o grado de tolerancia se debe tener en tales casos? ¿Cómo “poner la otra mejilla” ante la falta de respeto absoluta, el abuso y la intolerancia de los radicales ideologizados y violentos que no respetan a la propiedad privada, la iniciativa empresarial y el estimulo a la producción? ¿Cómo se puede ser tolerante frente al bandido que se apropió indebidamente de los fundos agrícolas, las haciendas de productores de leche y ganado, la Central Azucarera y las industrias básicas del acero y la cabilla en Guyana, saqueándolas para dejarlas en situación de “tierra arrasada”, en el nombre de un supuesto “pueblo” y para el “pueblo”?. Se dirá que la justicia llega tarde, pero al fin llega -y si es que llega a ocurrir-, siendo el régimen de turno una imitación fiel y exacta de la revolución cubana que arruinó, robó y hambreó a su pueblo? ¿Qué hacer ante esos casos, distinguido magíster Gasca? ¿Acaso la sociedad victimizada no tiene el derecho a su legítima defensa, tal como lo tiene la persona natural?

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