Lecciones de la naturaleza

Quizás la mayoría de los habitantes considera a la naturaleza como inerte e indiferente a nuestras acciones y que es posible seguir existiendo de forma expansiva sin pensar en las consecuencias de la vorágine que estamos cometiendo en áreas urbanas, campos, bosques, playas, selvas y todo ecosistema. Nos preguntamos: ¿Hasta qué niveles podemos seguir actuando con nuestros modos de vida?

Los recientes eventos naturales que se han manifestado en el mundo, en forma de huracanes y terremotos, nos conducen a la generación de planes de acción, como una humanidad que trata de aminorar los efectos en sus ciudades y pueblos, buscando el resguardo y protección de la población y sus bienes. Quizás la mayoría de los habitantes considera a la naturaleza como inerte e indiferente a nuestras acciones y que es posible seguir existiendo de forma expansiva sin pensar en las consecuencias de la vorágine que estamos cometiendo en áreas urbanas, campos, bosques, playas, selvas y todo ecosistema. 

Nos preguntamos: ¿Hasta qué niveles podemos seguir actuando con nuestros modos de vida, obviando los impactos que producimos en nuestro único planeta?

De acuerdo al Panel Intergubernamental de Cambio Climático durante los últimos 100 años la temperatura del aire superficial aumentó en promedio 0,6 grados celsius. 

Parece poco, pero sistémicamente todo está relacionado y por tanto, dicha alteración en la temperatura global genera aumentos progresivos en los niveles de los océanos como respuesta al deshiele glacial; manifestaciones climáticas como El Niño y La Niña con las consecuentes alteraciones en las siembras y las cosechas, veranos muchos más calurosos, inviernos terriblemente fríos, mayor acidez en el agua  que afecta la vida marina, aumento de las llamadas tormentas secas, posible formación de huracanes, manifestaciones sísmicas, desapariciones completas de especies de flora y fauna, entre otros.

Al surgir las manifestaciones de huracanes y terremotos como las que estamos enfrentando en este momento, con el número de víctimas creciendo, nos preparamos para sus embates y poder aminorar sus consecuencias. Reconocemos a la naturaleza nuevamente en su posición de entorno en nuestra vida. No dejemos de pensar y actuar desde el cuidado ambiental y el fortalecimiento de la cultura ecológica. 

Sigamos promoviendo la educación verde y exhortemos a los gobiernos a abandonar esta carrera de dominio de la naturaleza antes que ella vuelva a responder con rugidos más fuertes. 

 

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