Libertad, Igualdad, Fraternidad

Mientras el pueblo en todas las grandes naciones lucha por la verdadera representación, el populacho siempre gritará en favor del hombre fuerte, del gran líder

 

En la historia del liderazgo político hubo un período donde se creía que la “voz del pueblo era la voz de Dios” y que la misión de un líder consistía, según Clemenceau, en obedecer astutamente esa voz. 

Para Hannah Arendt ambas opiniones proceden del mismo error fundamental: el de considerar al populacho idéntico al pueblo y no como una caricatura de este. 

Para ella “el populacho" (plebe) es principalmente un grupo en el que se hallan sentados los residuos de todas las clases. Esta característica torna fácil confusión del populacho con el pueblo, que también comprende a los estratos de la sociedad. Mientras el pueblo en todas las grandes naciones lucha por la verdadera representación, el populacho siempre gritará en favor del hombre fuerte, del gran líder. Porque él odia a la sociedad  de la que está  excluido tanto como al Parlamento en el que no está representado. (Orígenes del totalitarismo)

¿Esto está  sucediendo en Venezuela?

El advenimiento del chavismo al país ha creado una imagen divina de su principal impulsor –el propio Hugo Rafael Chávez Frías- quien utilizando precisamente este método que denuncia Arendt y que simplificándose con las teorías propagandistas perversas del maquiavélico Goebbels ha dado un resultado excelente respecto a la movilización y adopción de este sector caricatura de pueblo. No con el fin que su discurso persistente anuncia “la absoluta vindicación de los derechos y el bienestar público”, sino para mantenerse en el poder obedeciendo astutamente una  voz, la de los Castro. Una dizque revolución del siglo XXI que solo ha hecho intensificar más la miseria que ha padecido este nombrado populacho y gran parte del verdadero pueblo.

El slogan de la tolda  jacobina de la Francia revolucionaria del siglo XVIII: libertad, igualdad, fraternidad, se logró solo en teoría, diferente a esta jerga, solo se sustituyó el patrón feudal monárquico de los “Luises” por un patrón totalitarista, con diferencias de clases que favorecía un sector privilegiado y no al pueblo. El chavismo hizo lo contrario; de un modelo democrático pasó a uno feudal. 

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