sábado, diciembre 14, 2024
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Los que tienen que irse

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Nuestra Iglesia católica está clara, los que tienen que irse no son nuestros jóvenes con calificación y formación, “los que tienen que irse son aquellos quienes en el fondo de su conciencia, saben que son responsables de la tragedia que vive este pueblo”

“No es Dios el que inflige daño a los hombres, sino el hombre mismo cuando actúa con un corazón torcido, una inteligencia distorsionada y una voluntad seducida”. Mons. Diego Padrón

El país sigue aturdido. Comenzando el año 2018 el alma de los venezolanos no alcanza a digerir y soportar tanta tragedia y crueldad teñida de color rojo, tanto por la sangre de los que caen valientemente ante el fuego impune del régimen, como por aquellos que la derraman violentamente por la inseguridad causada por el hampa común y el hampa asociada al Gobierno. 

Ejecuciones que se hacen vilmente en nombre de una “revolución” que al igual que todas, han sido terribles para la humanidad. En nuestro caso, solo ha servido de mampara para tratar de ocultar el más grande latrocinio histórico a la nación y la causa principal de su desgracia material y moral.

La masacre perpetrada contra el ciudadano Oscar Pérez y sus acompañantes es una demostración palpable de lo que es capaz una dictadura cuando se siente amenazada. Es un código de honor que a los enemigos que se rinden jamás se les ejecuta. Es una cobardía cruel del régimen y su jauría lo que hicieron con esos venezolanos valientes y soñadores.

Igualmente, los venezolanos ya tenemos la evidencia del propósito de la “Ley contra el odio”. Sirve para amparar el odio incubado en los representantes del régimen y aplicarla con mucho odio a aquellos que se atrevan a disentir y criticarlos. Sirve para obligar al pueblo a disimular o tragarse su miedo y su inconformidad. El terror es el arma preferida de los sátrapas. El dolor y las lágrimas deben contenerse y su expresión debe diferirse para cuando se respiren nuevos aires de libertad. Mientras tanto, deben servir de acicate para acumular fuerzas para seguir luchando hasta desalojarlos del poder y rescatar nuestra dignidad.

La Iglesia católica que ha mantenido la posición más valiente frente a esta dictadura de Chávez-Maduro, siente el resuello en la nuca de los cancerberos del régimen. Monseñor López Castillo y el Obispo Víctor Hugo Basabe, han sido señalados por el Calígula criollo, como sujetos de investigación. Supongo que la lista será larga. 

Monseñor Diego Padrón, Presidente de la CEV, en la reciente asamblea del 7 de enero, ubicó perfectamente el origen de nuestra catastrófica situación, cuando expresó que de la raíz ideológica del comunismo “nace una política económica equivocada, científicamente desactualizada, técnicamente superada e históricamente fracasada en cuantos países ha sido lamentablemente aplicada”. Y nos propone “que no hay que resignarse o acostumbrarse al mal que viene de las decisiones erradas, de la violencia, la injusticia o la mentira. La primera reacción, señala, ha de ser la rebeldía interior, como signo de salud moral”.

Nuestra Iglesia católica está clara, los que tienen que irse no son nuestros jóvenes con calificación y formación, “los que tienen que irse son aquellos quienes en el fondo de su conciencia, saben que son responsables de la tragedia que vive este pueblo”. Así es, más del 85 % de nuestra población considera que este es un mal gobierno; de allí que los que tienen que irse son los que han defraudado y corrompido al país; los que tienen que irse son los que han entregado nuestra soberanía y destruido nuestro potencial de recursos; los que tienen que irse son los que no creen que nuestra mayor riqueza somos los venezolanos.

 

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