La tarea reflexiva no es fácil. Tampoco lo será el tercer cuatrimestre de 2018, cuando los indicadores económicos y sociales, aunados a una entrabada situación política, incidirán en las decisiones que tomarán la gerencia universitaria y su comunidad
Luego de un primer semestre complicado por la situación económica, social y política, la Universidad del Zulia entra en un receso que la llevará a reflexionar, sobre su situación y la de Venezuela. Pensar en replantear la función social de nuestra organización en momentos de hiperinflación, éxodo de estudiantes y fuga de docentes y su personal, no es tarea fácil, más para quienes tienen la responsabilidad de dirigir la actividad académica y garantizar la formación profesional y la generación de conocimiento.
La tarea reflexiva no es fácil. Tampoco lo será el tercer cuatrimestre de 2018, cuando los indicadores económicos y sociales, aunados a una entrabada situación política, incidirán en las decisiones que tomarán la gerencia universitaria y su comunidad. No es suficiente facilitar el ingreso de los bachilleres para garantizarles su desarrollo ciudadano y su integración fructífera a la vida nacional. La realidad demuestra que llevar a un joven a LUZ implica garantizar alimentación, seguridad, transporte, salud, dotación tecnológica y otros recursos necesarios para lograr una óptima preparación.
La preocupante deserción estudiantil, la renuncia generalizada de docentes e investigadores, el deterioro de las instalaciones académicas, la desinversión en tecnología y ampliación de la capacidad física de los distintos campus universitarios, ya evidencian la pérdida de calidad de la educación en general, a pesar de la propaganda oficial que trata de mostrar estadísticas nada apegadas a la realidad.
Evidentemente, los montos presupuestarios, por ejemplo los de LUZ, muestran repuntes impresionantes, pero los mismos responden al incremento acelerado de los compromisos salariales oficiales, desfasados de los indicadores inflacionarios que devastan el poder adquisitivo, y generan desinterés notable en los distintos concursos abiertos en nuestras facultades, los que en algunos casos se declaran desiertos en 80 %. Una dura realidad que obliga a la comunidad universitaria a replantearse su futuro.